CONCIERTO DE LA ORQUESTA FILARMÓNICA DE BOLIVIA EN
COCHABAMBA. FEBRERO 2014.
Todo un acontecimiento
artístico de calidad indiscutible. La orquesta nacional conformada por jóvenes
cultores de la música clásica, con la colaboración de instituciones cuyo apoyo
merece todo el aplauso de la ciudadanía culta. Congregados sesenta y ocho artistas
de distintas instituciones educativas musicales, dirigidos por Miguel Ángel
Salazar Hidaldo que llega de Santa Cruz para el IV Encuentro Orquestal Sinfónico;
acompañando al solista en Violonchelo, el joven alemán Leonard Elschenbroich,
interpretando al checo post-romántico Antonin Dvorak en el Concierto más
ejecutado y hermoso Op. 104, extraordinario en pensamientos cargados de
sentimiento emotivo propio del gran checo; aquel que en los EEUU compuso la
sinfonía clásica en honor al nuevo continente: “Del Nuevo Mundo” que jamás se
olvida una vez escuchado con pasión de diletante.
Esta vez importa comentar las
emociones despertadas por el solista en su instrumento de cálidas resonancias
expresivas.
Primero nos llamó la atención
el programa que se inició en el amplio ambiente de sonoridad perfectible del
Hotel Cochabamba donde concurrieron miles de personas atentas al devenir
placentero de una música extraordinaria en belleza musical.
El concierto de Dvorak fue
estrenado el 19 de marzo de 1896, dirigido por él mismo autor y el famoso Leo
Stern como solista; con tres movimientos en enlaces de motivación coherentes,
alcanza por momentos indescriptibles tonalidades, sublimación, reflexiones
profundas, lamentos y dulzuras penetrantes al espíritu y a la interioridad del
alma.
El primer movimiento tiene temas
marcados por los clarinetes y el segundo por un solo de trompa, ambos expandidos por la orquesta. Demora el violonchelo, y finalmente
ingresa para expresar melodías bellísimas y ya no libera más a la orquesta
exigiéndole inmediata respuesta a sus sonidos. El tercero muy expresivo con
flauta dulce y cuerdas. Por momentos se siente tormentas afectivas, relatos,
infinitas tristezas, confesiones; violines y flautas siguen apegados al tema
principal; está presente el alma del autor, el alma eslava descrita
detalladamente y con maestría por un joven artista alemán.
Investigando la motivación
principal de la creación de la obra ahora sabemos que la historia del Concierto
está ligada a un episodio de la vida del compositor. Durante su composición,
supo que su antiguo amor, su cuñada Josefina Cermáková se hallaba gravemente
enferma y de quien estuvo profundamente enamorado cuando era joven, e incluso
le había dedicado uno de sus primeros ciclos de canciones; no obstante, ella
prefirió casarse con un aristócrata. Posteriormente Dvořák contrajo matrimonio
con la hermana menor de Josefina, Anna. Dado que seguía queriendo
entrañablemente a Josefina, decidió tributarle un homenaje musical en su obra
insertando su canción favorita, Lass' mich allein, que él mismo había
compuesto unos años antes y que era la música preferida del amor perdido. Tras
su retorno a Europa conoció la noticia del fallecimiento de Josefina, por lo
que agregó la melodía que aparece al final del tercer movimiento del concierto,
como expresión de dolor por la muerte de la mujer que fue su gran amor de
juventud.
Mientras yo escuchaba
arrobado y adormecido el hermoso concierto, llegaron, como siempre, imágenes
evocativas de la juventud. La universidad de Chile, Gabriel Castillo el condiscípulo
apasionado de la psiquiatría, aquel que en 1973 fusilaron en la puerta de la
iglesia de San Francisco en la Alameda, por insultar a los carabineros.
“Mientras ustedes rezan a estos ídolos de yeso, afuera los “pacos” asesinan a
estudiantes y obreros” Gritó desesperado
antes de recibir la muerte.
Con él y observando el rostro
del solista alemán pleno de expresividad e inteligencia, asociaba a Gabriel
retornando a nuestras lecturas de la “Montaña Mágica” , “Así hablaba Zarathustra”
“Los predicadores de la muerte” “Del
árbol sobre la montaña”, “¿Cómo es posible que hayas descubierto mi alma?”,
lecturas compartidas y continuadas de reflexiones y aprendizajes tratando de
captar las manifestaciones del espíritu, aquellas sutiles cultivadas por los
grandes alemanes: Goethe, Nietzsche, Tomás Mann, Albert Schweitzer y purificadas
en expresivas composiciones musicales del Beethoven, Shubert, Shumann, el Himno
a la Alegría del poeta Schiller; y por supuesto, con la amistad imperecedera
del francés Romand Rolland, y el gran judío Stefan Sweig. Y con todos ellos, en
el Olimpo del evolucionado pensamiento, juramos alcanzar conocimientos que nos
permitan disecar el alma humana; florecerían con seguridad para nosotros la
bondad y el amor y los tendríamos asidos de la mano toda la existencia, comprometida
con las grandes obras a realizar como médicos de distinto perfil espiritual.
Desperté al término del tercer
movimiento con el aplauso del público, entregado al hechizo de la música, la
realidad lluviosa y el hambre me retornaron al diario vivir apetecible, al
cálido hogar que protege los envejecidos huesos, de frío y de tiempo.
Bendito Dios, gracias por los
recuerdos, la música y los artistas, por el amor, gracias por el milagro de la
vida.
Gastón Cornejo Bascopé
Febrero 2014.
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