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domingo, 10 de junio de 2018

Susana Seleme luce su vena literaria y pinta la obra de Alcides Parejas Moreno llamada "Una mujer con nombre y apellido" y nos refiere sin retaceos esta nueva novela del gran cruceño que declara "ser boliviano porque me da la gana" y nos ofrece el boceto de "Clotilde, la señora de Eldorado" Gracias Susana por este incomparable aporte.





Una mujer con nombre y apellido:



Clotilde, la señora de Eldorado



Susana Seleme Antelo




“Se aprende a ser madre, despacito, despacito”, le dijo Asunta a Clotilde, y le entregó al niño. Eran fines del S. XIX e inicios del XX, pero Alcides Parejas Moreno, nuestro autor, se toma una licencia literaria e introduce un detalle contemporáneo de música popular de éxito mundial: “Despacito”. Particular detalle que habla de su ingenio creativo.



Asunta y su marido encontraron al bebé en la mesa de la cocina, días antes de que la patrona llegara a la hacienda. Había una carta que decía: “Señora Clotilde. Lo dejo en sus manos. Sé que lo va a criar y amar”. Y Clotilde aprendió a ser madre, milagro que la naturaleza le había negado, mientras pensaba que Asunta era una sabia mujer. Sí, aprendió a ser madre ‘despacito, despacito’ a puro amor.



Parejas dice que esta es la última novela de la zaga que empezó con “La francesita”, llevada al teatro de la mano de René Hohenstein. Siguió con “Mi nombre es Clotilde” y termina con “Clotilde la señora de Eldorado”. La tríada relata en clave de ficción el supuesto romance que tuvo la joven Clotilde, nacida en Santa Cruz de la Sierra, con el investigador francés, Alcides d’Orbigny, él sí real, hacia 1830. De aquel imaginativo romance nació José Alcides del que d’Orbibny, por supuesto, nunca supo.



Enviado por el Museo de Historia Natural de París, a sus 23 años, el joven naturalista recorrió durante ocho años gran parte del Continente. A su regreso a Francia escribió su monumental obra: Voyage dans l'Amérique Méridionale.



Como todos los libros de Alcides Parejas Moreno, desde que empezó a escribir novelas siendo Doctor en Historia, rescato tres huellas. La primera: su sentido de pertenencia a lo nuestro, al Oriente, a ‘ElDorado’, al Chiquitos de las Misiones Jesuíticas y los chiquitanos, sus antepasados, lejanos y cercanos. Es un sentido de pertenencia total: soy de estas tierras, les pertenezco y me pertenecen. Es el compromiso militante del autor con Santa Cruz región y con Santa Cruz de la Sierra ciudad, en todas sus novelas. Es un hilo conductor permanente. Compromiso/amor con su gente desde sus orígenes, con el proceso de mestizaje enriquecedor entre los nativos y los conquistadores. Es además parte de la labor pedagógica que contienen los libros de Alcides, que también se reclama boliviano, dice, “porque me da la gana”.



Hoy esa su frase es una respuesta directa a una autoridad oficialista que sindicó a una joven cruceña -y a todos los cruceños- como “extraños”. Y solo porque en otro departamento exigimos respeto al voto del 21F, cuando democráticamente en un Referéndum nacional el NO le ganó a la pretendida re-re-reelección inconstitucional de Evo Morales.



Con ello, Parejas descubre su otra huella: su oficio y su pasión por la historia, que le permite contárnosla no de manera lineal, como si fuera letra muerta, sino como historia viva, dialéctica y con diversidades contundentes. Y ahí se inscriben las alusiones al centralismo político, administrativo, económico y cultural de la sede de gobierno, en el Occidente del país, hacia el resto del territorio nacional, el Oriente, que ocupa dos tercios del mismo. En ellos, después de siglos de abandono, Santa Cruz es hoy motor de la economía que alimenta a 70 % de la población y contribuye con cerca de 30 % al PIB gracias a su economía productiva agroexportadora con valor agregado.



Aquí no hubo oro, ni plata, ni pudo ser habido el Dorado que buscaban los conquistadores. Tampoco fue importante para el ‘ser minero’ de la República desde su creación en 1825, hasta más allá de 1952. “El Dorado” fueron sus fértiles tierras como factor de producción y riqueza. Sus llanuras, selvas y bosques con el verde en todos sus tonos y colores, sus costumbres, sus quehaceres, su temperamento y su carácter. “Santa Cruz era una Fiesta” dice el autor que manifestó d’Orbigny, cuando llegó a estos lares.



Parejas evoca y convoca emociones, pues describe la construcción de la identidad regional desde la historia, la funde con la ficción, entre pasados y presentes, contextos históricos cercanos y lejanos mediante una prosa que fluye sin altibajos, cargada de impactos amorosos, políticos, tradiciones y localismos. También de regionalismos entendidos, como los describió el peruano José María Arguedas ya en 1926: “la expresión de un malestar y de un descontento” ante el abandono del centralismo, para concluir que “Regionalismo no quiere decir separatismo.”



Una tercera huella es su sensibilidad frente a la mujer cruceña, y a la mujer en general, siempre en último lugar, en la vida y en la historia de Bolivia, en la cocina generalmente y aprendiendo a ser madre ‘con despacio y sin despacio’. Y aborda lo que yo califico “cuestión de género”, producto de la cultura patriarcal de ayer y hoy. Es decir, la segregación e inequitativa distribución de oportunidades, de educación, de poder, de presencia social, entre hombres y mujeres. En todos sus libros hay una defensa sin cortapisas a la mujer. Alcides me recuerda la frase de Rosa Luxemburgo: "Por un mundo en el que seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres".



Siempre le digo que él es feminista, que no es una mala palabra, por favor. Ni de la primera, ni de la segunda ni de la tercera ola. Lo es porque valora a la mujer en sí misma, y a la mujer cruceña que supo durante siglos administrar la pobreza de esta región, donde según Gabriel Rene Moreno, “éramos hermosos como el sol y pobres como la luna”. Alcides es un feminista de la igualdad.



El autor se da otras licencias, ya en la “zona de pre embarque” pues quien relata es un hombre mayor al que sus fantasmas no lo dejan dormir. Aquí me quedo para que lean a esta Clotilde, nieta de aquella que enamoró y se enamoró del andante francés y pagó muy caro el amor como entrega y medida de todas las cosas. Clotilde, la Señora de Eldorado, mujer con nombre y apellido, corrobora la idea de nuestro común amigo Ruber Carvalho de que “El amor es la única ideología que no acaba”.





viernes, 23 de febrero de 2018

Juan José Toro Montoya desde Potosí escudriña la historia y pone su mirada en la obra de Teresa Gisbert la escritora e historiadora cuyo vacío será difícil de llenar, como ahora cuando se refiere a los primeros textos que aparecen allá por 1.600 de Diego de Ocaña. Veamos.

Estoy enfrascado en una investigación sobre la literatura potosina y apenas la semana anterior encontré esta joyita:
“De esta primera etapa (años 1540 a 1600) nada conservamos, fuera de referencias sueltas; por eso importa tanto la obra del jerónimo Diego de Ocaña, que ha llegado hasta nosotros en su integridad. La fecha de 1601 en que fue escrita es temprana no solo para la historia del teatro en el Alto Perú sino en el conjunto del teatro americano. Esta pieza coloca a Ocaña como contemporáneo de las figuras más preclaras de la literatura hispana como Cervantes, Góngora y Lope…”
Esas líneas hacen referencia a fray Diego de Ocaña que, encontrándose en Potosí en 1600, escribió la “Comedia de Nuestra Señora de Guadalupe y sus milagros”, una pieza que, como se ve, está considerada entre las precursoras de su género en nuestro continente.
Quien proporcionó esas referencias en un estudio introductorio a la obra de Ocaña fue Teresa Gisbert Carbonell, la arquitecta e historiadora que acaba de partir dejando tras de sí un legado difícil de igualar.
Como ya escribieron mejores plumas, Gisbert fue probablemente la primera mujer que se dedicó al estudio de la historia utilizando métodos científicos y, en virtud a ello, hizo hallazgos y publicó libros que se han convertido en referentes inexcusables a la hora de realizar investigaciones historiográficas.
Son muy raros los trabajos que no la incluyen como fuente. Tanto ella como su esposo, José de Mesa, se dedicaron no solo al estudio de la historia del arte americano sino al pasado de nuestro país. Su obra en conjunto se completó, y es actualizada permanentemente, por su hijo, el expresidente Carlos.
Pero doña Teresa brilló con luces propias y, por ello, grabó su nombre, individualmente, en el firmamento de los grandes historiadores bolivianos. El estudio introductorio al que hice referencia, y que está entre sus obras menos conocidas, es una insignificante muestra de lo mucho que hizo y del valor que tiene su legado.
Los potosinos le debemos mucho debido a que arrojó luces sobre las letras del periodo colonial con su Esquema de la literatura virreinal en Bolivia, publicada en 1968. Otro libro fundamental es  Holguín y la pintura virreinal en Bolivia, editada en 1977 con datos valiosos del mayor artista plástico que tuvo el país.
Por el tamaño de su aporte, por todo lo que encontró y puso al alcance de los investigadores que siguen sus pasos, Gisbert es de esos personajes insustituibles cuya ausencia es imposible de llenar. Hará falta, indudablemente, y, por ello, será permanentemente recordada.

martes, 20 de febrero de 2018

aportes para la biografía de Gamaniel Churata, gran escritor y poeta que vivió en Potosí, mi tierra natal.

Gamaniel Churata llegó a Potosí. huésped permanente del Convento franciscano fue notable cooperador del fraile José A. Zampa fundador de cientos de escuelas en todo el inmenso territorio boliviano y a quién vi de soslayo algunas veces que el franciscano visitaba a mi padre Bernardino Aira en nuestro domicilio de calle Bustillos esquina Ingavi. es que mi progenitor hacía de prestamista para algunos grupos religiosos de curas y monjas habida cuenta que por aquellos años los usureros hacían de las suyas y los bancos eran difíciles de alcanzar.

Zampa trajo a Churata de Arequipa donde estuvo ya relacionado con los franciscanos debido a sus habilidades como impresor, como componedor (el uso de la linotipo) y las incipientes impresoras y Churata eran experto en todas las fases de la imprenta incluyendo la encuadernación. el padre Zampa logró el apoyo de su congregación para hacerse de algunas máquinas y producir su material de papel para distribuirlo en los cientos de escuelas que ya estaban funcionando en Potosí.

el fundador de "las Escuelas de Cristo" necesitaba un taller donde editar los cuadernos cuadriculados en los que miles de niños aprenderían a escribir y de los libros elementales para poder leer, de modo que contar con alguién muy capaz en aquellas artes le era imprescindible. Churata intelectual y bien leído en materia religiosa y social (el tiempo de las grandes encíclicas papales y el ingreso de la Iglesia en lides socio-políticas era un hecho inconfundible) de modo que Zampa realizó las gestiones y se trajo consigo a este joven que le fue de tanta ayuda en Potosí, tanto para las Escuelas de Cristo y de paso para la literatura y la política social boliviana.

Churata publicó Gesta Bárbara el nombre de la revista que recogía los escritos de Churata dirigidos al área social, según las enseñanzas de la Iglesia y las publicaba sin más. los escritos de intelectuales bolivianos como los Viaña, los Medinacelli, Armando Alba y varios otros y los suyos propios encontraron lectores a granel. Gesta Bárbara tuvo gran éxito y no tardó en influir en las decisiones políticas de aquel entonces. Gamaniel Churata se hizo famoso y a causa del efecto que sus pensamiento venía cobrando dentro de los círculos políticos e intelectuales fue expulsado de Bolivia, aunque no tardó en regresar ya no a Potosí, sino a La Paz donde es posible no ejerciera como impresor, pero sí como poeta y escritor.

siendo responsable de la fundación del Banco Central para la Cultura y el Arte el periodista Alberto Bailey Gutiérrez encontró una mina de oro, en los aportes de Gesta Bárbara a la literatura boliviana, aunque se podría añadir a las letras latinoamericanas. Encontró que allí en la imprenta de los franciscanos se habían publicado libros de indudable valor y gracias a los recursos del BCB fueron reeditados varios de ellos que hoy enriquecen las bibliotecas de toda Bolivia. Los libros en su mayoría eran distribuidos como aportes culturales del Estado. en buena hora y gracias a la iniciativa, el empuje, la consagración de Bailey Gutiérrez que une a su condición de periodista la de notable estudioso de la historia, la política, el desarrollo social.

Ardo en deseos de llegarme hasta el Convento Franciscano en cuyo colegio contiguo al Templo estudié mis cursos de la primaria, junto a frailes y profesores de gran valía,escudriñar en sus archivos y talvez encontrar respuestas a lo formulado en este texto como eco a lo escrito por Homero Carvallo. Debe existir algo de la vieja imprenta y quizá algún ejemplar del trabajo ingente de Gamaniel Churata que hizo de todo, alentar a la producción literaria, corregir los manuscritos, trabajarlos en las cajas componedoras, imprimirlos, empastarlos y luego hacerlos circular. Sostengo que es mucho lo que le debe Bolivia a este peruano intelectual, sus ideas politico sociales compartidas con el religioso franciscano, no eran otras que el rico contenido de las encíclicas pontificias Rerum Novarum y Quadragessimo Anno que instauraron la doctrina social que daría nacimiento en muchos lugares a los partidos políticos que la asumieron como propia bajo diversas denominaciones como Partido Social Cristiano o Partido Demócrata Cristiano como fue el caso en Bolivia con Remo D` Natale, Benjamín Miguel, Vicente Mendoza, Luis Ossio, Jorge Agreda, José Bustamante Pérez, y otros.

Ardo en deseos de rebuscar en los archivos de la Fundación BCB las huella indelebles de Gesta Bárbara como publicación y como ente que en sus dos épocas logró para nuestra literatura y nuestra historia invalorables aportes que es necesario conocer y difundir.

Homero ofrece un texto que nos llamó la atención sobre Gamaniel Churata, Gesta Bárbara y los poemas del primero. en lo histórico, tenemos unos aportes que consideramos importantes por cuanto están publicados ya en este sitio, aunque conviene repetirlos en la nota que sigue a este valioso aporte del autor que reside en Bolivia. Vale.

Cuando era joven y vivía en la ciudad de La Paz, entre los amigos poetas y escritores circulaban nombres de algunos escritores de culto. Uno de los más recurrentes era el de Gamaliel Churata, seudónimo del escritor peruano Arturo Pablo Peralta Miranda (1897-1969), especialmente su poemario El pez de oro, publicada en la capital paceña en 1957, era muy difícil de encontrar, si acaso pudimos leer algunos poemas suyos en revistas literarias. Toda una revelación.
Si bien Churata nació en Arequipa, Perú, pronto su familia se estableció en Puno, donde se convirtió en uno de los líderes del movimiento cultural Orkopata que pretendía rescatar el espíritu andino para insuflar a la poesía de su esencia americana: “La literatura puede ser un camino revolucionario para rectificar los errores de la historia”, afirmaba Churata. En 1917 tuvo que exiliarse por sus idean políticas y se fue a radicar a Potosí, que vivía una efervescencia cultural que se manifestaría en el colectivo Gesta Bárbara (1918), del cual Churata fue de sus fundadores junto con Carlos Medinaceli, María Gutiérrez, Alberto, José Enrique Viaña, Armando Alba y otros intelectuales y artistas que publicaron una extraordinaria revista con el mismo nombre del grupo, esta publicación tuvo una vital importancia en la creación de la vanguardia literaria boliviana. Después de algunos años Churata retornó a Puno, pero en 1932 salió otra vez exiliado y esta vez se estableció en La Paz, para luego retornar a Perú en 1965.
Hace unas semanas, encontré en la librería de Peter Lewy, el libro Khirkhilas de la sirena, un poemario inédito de Churata en una edición de la investigadora Paola Mancosu, quien nos informa que Khirkhilas sería un neologismo de Khirkhi que es una composición poética acompañada de un charango hecho con la coraza del Khirkhinchu. Se trataría entonces de coplas o de canciones populares. 
“No te ve; / pero te llevo en mí/ tan en silencio/ que nutres mi silencio/. // Hacia las sombras/ las raíces distingo; / me aferra tu latido/ y bautiza mi lágrima// Sabrán al fin, / un día/ quién eres/ o qué fuiste// Las nubes se nutrieron / en tu ubre; / y hay cielos ya / que besos no lluevan/ de tu ubre”, nos dice en uno de sus poemas el acaso olvidado poeta que está siendo reivindicado en Bolivia como en el Perú, reeditando sus obras, publicando manuscritos inéditos, así como eruditos ensayos que buscan interpretar una obra necesaria en estos tiempos de descolonización, muchas veces solamente folclórica.