El arte fílmico es extraordinario como estrategia educativa y sobre todo, llega a la profundidad de la conciencia personal y social cuando las cúpulas que detentan el poder inciden unilateralmente en los valores que animan la existencia humana.
Nos encontramos ante eventos que preocupan al ciudadano en general, más delicados e intensos en nuestra región plagada de gestos que hieren los valores supremos: la vida del ser humano y de su entorno natural.
El deceso del pionero Jorge Ruiz, figura grandemente admirada y apreciada en mi registro personal, me llevó por azar a ver películas que tratan en paralelo la problemática que la realidad política y social de Bolivia nos ofrece al presente.
“Esta Tierra es Mía”, con Charles Laughton y Mauren O´Hara. El film me impactó por su mensaje: el magisterio de ética a los adolescentes en el tiempo de la Gestapo nazi. El maestro en su última clase lee el único libro salvado de la pira de los hitlerianos, titulado: ¡Los Derechos Humanos! Con emoción vertida sobre cada estudiante, da lectura a los primeros cinco artículos escritos hace más de una centuria. Remarca la referencia: Todos los seres humanos nacen iguales, libres, con derechos inalienables; los partidos políticos son creados para velar por el bienestar social y luchar contra las tiranías; las leyes sancionan los actos que dañan a la sociedad….Bruscamente, los gendarmes detienen al maestro. Antes de salir del aula, librándose de sus captores, se despide de los futuros ciudadanos. La profesora suplente continúa la lectura mientras los estudiantes vierten lágrimas. En ese momento, justamente, nace maravillosa la dignidad humana y la rebeldía al inaceptable autoritarismo. Yo evoqué la nueva CPE, la Ley 180 profanada por la 222.
“La Misión”. En pos de música selecta encontré el film que relata el etnocidio de las comunidades guaraníes situadas encima de las cataratas del Iguazú, por orden del poder que desprecia la cultura y la libertad de los selváticos protegidos de la pretendida cristianización civilizatoria conceptuada como desarrollo y progreso. Concluye con la extinción violenta de los indígenas de tierras bajas, originarios pacíficos que enseñaron música a los invasores. El etnocidio generó la lógica resistencia a partir de los infantes que sobreviven la matanza. ¡La violencia genera violencia!
“Avatar”. Ecologista que jamás aceptará el ecocidio de la Madre Tierra, volví al film ambientado en el año 2154, en Pandora, como en el Sécure; una luna del planeta Polifemo con indígenas humanoides asentados alrededor de un gigantesco árbol que cubre una veta de minerales cotizados para los problemas energéticos de la Tierra. La fuerza armamentista del totalitario y malvado poder humano ejecuta la destrucción del árbol prodigio de la naturaleza, ecocidio y genocidio combinados. La acción concluye en boomerang suicida; los agresores sucumben ante los selváticos. Pero es tarde, el daño fue hecho, todos pierden para siempre.
En “Agora”, Hipatia de Alejandría, la bella astróloga filósofa que defendió la verdad y sus derechos, es asesinada por dogmáticos del poder cristiano. Las víctimas inocentes: Giordano Bruno, Miguel Servet, la Biblioteca, asesinados en nombre del bien y del progreso. También se puede destruir la selva virgen del Isiboro y matar la vida y la ciencia en ella contenidas como en Alejandría de Egipto.