Estas “Meditaciones de Caminante”,
me permito remitirles una que Don Hernando escribió para El Deber el 14 de
Enero de 2007, en aquella ocasión y en relación a la coyuntura, su “pluma”
dijo:
Nuestro país, actualmente, da la impresión de haber
extraviado la brújula y el rumbo. La política carece de grandeza y de
objetivos viables, realistas y concretos
Cada vez son más hondos los abismos de la discordia y
del odio. La anarquía reina. La violencia se campea sin límite y
sin freno.
El desgobierno cunde y se pone en juego,
peligrosamente, la unidad nacional, la seguridad de la república, la integridad
territorial y nuestra condición de Estado soberano, independiente y libre.
El caos sienta sus reales sobre el territorio
nacional.
La barbarie tiene licencia para matar.
El Estado de Derecho, mancillado y escarnecido.
La Ley, víctima del desprecio oficial y conculcada sin
atisbo de arrepentimiento ni de vergüenza.
Igual o peor suerte corren los Derechos Humanos.
El odio, de la mano de la intolerancia, divide, crispa
y empuja al país al borde de la guerra civil.
Tiempo nublado. Tiempo cargado de tormenta.
Dependencia total de regímenes foráneos, de
caudillos folclóricos ebrios de dominación neocolonialista y de soberbia.
Ofensa a la dignidad nacional, al principio universal
de no intervención en los asuntos internos de otro Estado.
La soberanía al traste.
La dictadura del partido único aflora con toda su
secuela de opresión, de torturas, de humillaciones, de vejámenes, de presos por
cargo de conciencia.
Persecuciones, violación de la vida privada,
exterminio moral y físico de los enemigos ideológicos.
Invasiones racistas. Atentados flagrantes contra las
libertades y garantías fundamentales de la persona humana.
Apoteosis del cinismo.
Desinformación sistemática, tendenciosa, en una
desmesura de la simulación y la mentira.
Demagogia sin tasa ni medida.
Idolatría del culto de la personalidad. Atropello de
las instituciones democráticas.
Despilfarro de recursos tirados al arroyo para
financiar marchas, movilizaciones, bloqueos y sabotajes a la producción y al
derecho de disentir del dogma oficialista.
Racismo irracional, excluyente, exacerbación de la
limpieza étnica.
Construcción abierta, paso a paso, del Estado
totalitario.
Exhumación del comunismo, del marxismo-leninismo, de
los muros de Berlín, de los campos de concentración, del Gulag salvaje e
inhumano, del Estado policiaco, burocrático y ateo.
La muerte por doquier. El terror que espía desde las
ominosas guillotinas del miedo.
Imperio del fanatismo y de la fuerza.
Impunidad de los “movimientos sociales”, inventados
por los encapuchados ideólogos de la confrontación y de la sangre.
Y, mientras tanto, la pobreza crítica, el desempleo,
la desesperación, el hambre, el éxodo, la diáspora de los bolivianos hacia el
extranjero en busca de trabajo, de seguridad y de esperanza.
Y, a pesar de todas las amenazas, de todos los
peligros, ni la libertad ni la justicia, perecerán.
Para defenderlas, no hay que bajar la guardia. Hay que
amanecer de pie.