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miércoles, 2 de noviembre de 2016

aprendí de Gaby Literatura en la Universidad Católica, Primer Curso de Ciencias y Técnicas de la Comunicación, que corrió en Cochabamba entre 1966 y 69. suave en el trato, de mirada inteligente Gaby pronto se ganó la simpatía de los 33 participantes del primer intento de periodismo profesional en Bolivia y que culminó con la graduacióon de apenas 14 que recibimos del Cardenal Clemente Maurer el título en provisión profesional. Gaby tiene nuestra gratitud y afecto, como en el texto de Wilson García

Tributo a una maestra escritora Gaby Vallejo

Su cuento “Disquisiciones de una mujer cualquiera” brilla con luz propia en importantes antologías de la literatura erótica. En su libro “Del placer y del fuego” narra intimidades que dejan vislumbrar la profundidad filosófica de su vasta obra narrativa, rebosante de una ternura intrínseca. Desde su fecundo compromiso militante con la vida, Gaby Vallejo Canedo gesta —ejerciendo una fuerza creativa envidiable— las páginas más preciosas de la literatura boliviana contemporánea.
Incansable obrera de la palabra escrita y de un pensamiento labrado con fervor de mujer, su pasión literaria y su vocación de maestra pedagoga han devenido en un fenómeno cultural sólo equiparable —guardando las distancias del tiempo y del contexto— al fenómeno de Adela Zamudio. Mujer que cuestiona, mujer que ama y sufre, y lucha, mujer que educa, mujer orgullosa de serlo.
Su mirada cósmica en torno a la naturaleza humana con sus miserias y grandezas es una persistente mirada infantil, anclada como suave rémora en la memoria del solar tarateño donde nació hace 75 años. En “Hijo de Opa”, su novela prima que Paolo Agazzi transformó en “Los Hermanos Cartagena”, la historia de violencia y crímenes políticos en nuestro país es abordada por la escritora desde la perspectiva de unos niños que heredan algo más que una coyuntura de poder: sufren las consecuencias morales insoslayables del abuso a una mujer indígena.
Y en esa mirada late también el registro histórico desde la más rigurosa investigación. Su libro “Amalia, desde el espejo del tiempo”, por ejemplo, reivindica la figura de la primera mujer aviadora de Bolivia, doña Amalia Vila de Tapia.
Entonces, en el eje niños-mujer-memoria, Gaby Vallejo ha tejido una obra donde la literatura, como bien social, es asumida cual herramienta educativa fundamental para la vida de los pueblos. Tal es el gran y singular aporte de esta maestra escritora a la Cultura del país.
Gaby Vallejo Canedo es, como lo fue Óscar Alfaro a mediados del siglo pasado, impulsora y precursora de una Literatura Infantil muy asociada a la estimulación de la lectura, tan necesaria en estos tempos donde las letras son escritas “con las patas” en el febril mundo del Internet. La Biblioteca Turuchapitas que erigió con un esfuerzo personal incomparable, es hoy una de las instituciones culturales más influyentes en la educación literaria de nuestros niños en Cochabamba. Un día puso lentes verdes a los pequeños lectores para que vean “la vida de otro color”, les instigó a que escriban sus propios cuentos con esa otra mirada y obtuvo así los insumos más fascinantes para armar una novela hecha con esos trozos de escrituras infantiles. Entonces su obra es también comunitaria.
Volviendo a la escritora apasionada por la vida, me permito transcribir este trecho emotivo que leemos en “Disquisiciones de una mujer cualquiera”:
“A esta altura de la vida quiero pertenercerme más a mí. / Dejarme estar para dar espacio a mi propio pensamiento, leer, echada al sol como una gata, plácida, y escribir, escribir, contarme historias. / Debo aprender a dejar a los demás que hagan la vida que yo creía estar construyendo. / Siempre habrá gente que pueda reemplazarme y continuarme. / No es una renuncia, es un acuerdo con la sabiduría, una reparación. / Aquí yo, sola, reconciliándome con lo necesario. / Afuera lo urgente gastando a los demás. / Es mi turno”.
Es así que todos amamos a Gaby Vallejo.