Réquiem por

Raúl Rivadeneira Prada

Un amigo ha muerto fulminado por un aneurisma estomacal. Raúl Rivadeneira Prada (Sucre, 07.05.1940 – La Paz, 18.05.2017), católico de rigurosa ortodoxia y cumplida liturgia, periodista intachable, abogado distinguido, profesor respetado, académico brillante y ciudadano ejemplar. Defensor de la libertad de prensa, luchador intransigente por los derechos humanos, vivió unos años exiliado en México, en cuya capital publicó dos libros sobre teoría de la comunicación: Periodismo y La opinión pública, que ya van por la vigesimoquinta edición. 

Con Carlos Coello (+), Mario Frías Infante y Carlos Castañón Barrientos, Raúl integró el núcleo de lexicógrafos bolivianos que contribuyó a incorporar 2.809 bolivianismos en la última edición del Diccionario de la Real Academia Española. Publicó 30 libros, la mayoría sobre teoría de la comunicación, seis sobre lexicografía y otros seis sobre crítica literaria: Rulfo en llamas, 1980 / El teatro de evocación de Guillermo Francovich, 1989 / El grano en la espiga, 1997 / Troja literaria, 2002 / Escritores en su tinta, 2009 / y La escritura inaugural de Mario Vargas Llosa, 2012. Su libro testimonial sobre el Teatro Experimental Universitario de la UMSA /La Paz (Historia del TEU, 1999) merece mención especial por su aporte a la historia del teatro boliviano que empezó a escribir Mario T. Soria y que otros seguirán escribiendo. 

Ahora que lamento su muerte, quiero reivindicar su faceta de escritor y crítico literario. Fue uno de los narradores más notables de mi generación y un excelente crítico literario, discípulo de Juan Quirós, maestro de la crítica periodística del siglo XX. Raúl publicó seis libros de crítica literaria y cuatro de relatos: El tiempo de lo cotidiano (1987), Colección de vigilias (1992), Tiempo de ficción (2007) y El saxofonista y su perro cantor (2013). Su trayectoria como periodista, lexicógrafo y profesor universitario relegó injustamente su obra literaria a un segundo plano. 

Nos conocimos en 1959, en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la UMSA / La Paz. Fuimos compañeros de curso y compartimos clases de filosofía y letras en la misma universidad hasta que, en 1961, abandoné definitivamente mis estudios de Derecho y me dediqué al periodismo. En el recién fundado diario católico Presencia (1960) nos volvimos a encontrar como reporteros y, desde entonces, nuestra amistad no hizo sino crecer en el tiempo y la distancia, a pesar de mi largo destierro. Su muerte me ha vuelto a recordar que, como dijo el poeta, “nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir”. Mis condolencias a Carmen, su esposa, y a sus hijos Raúl, Celia y Catalina, que le dieron esas alegrías que dignifican y le dan sentido a la existencia. Descansa en paz, amigo. // Madrid, 26.05.2017.