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viernes, 17 de enero de 2014

con la sencillez y claridad de sus textos Pedro Shimose cuenta su relación con Mario Vargas y Patricia su esposa. menciona Presencia y la primera entrevista en el barrio de Miraflores, Lima. valioso testimonio y descalifica a sus críticos desde el poder (los de Mario Vargas)

Conozco personalmente a Mario Vargas Llosa desde 1968. Aún trabajaba yo en el diario católico Presencia, de La Paz, cuando lo entrevisté en el barrio limeño de Miraflores. Hablamos de literatura, de su discurso de Caracas al recibir el premio Rómulo Gallegos, de su novela La casa verde, de otra aún inédita llamada Conversación en la catedral y también, ¡cuándo no!, de sus disensiones políticas que anunciaban ya su crítica del castrismo y del ‘foquismo’ guerrillero. Hizo predicciones sobre Salvador Allende que se cumplieron, se interesó por lo que ocurría en Bolivia y disfrutó hablándome de su infancia en Cochabamba, en el barrio de Cala Cala. “Apuesto a que tu periódico no publicará esta entrevista”, me dijo al despedirnos. “Apuesto a que sí”, le respondí.

En efecto, Presencia publicó la entrevista, íntegra, pero aquella entrevista me costó más de un disgusto, porque para los anticomunistas, Mario era el diablo. Hoy es al revés. Para los populistas, indigenistas y masistas, Mario es el diablo. No se puede mencionar su nombre sin que salten chispas y cunda el olor a azufre. En 1971, la editorial Difusión publicó, en La Paz, el libro García Márquez. Historia de un deicidio, en coedición simultánea con Barral Editores, de Barcelona. Quien tenga un ejemplar de este libro de Mario debe saber que tiene una joya bibliográfica. La dictadura banzerista requisó el libro por ‘subversivo’ y comunista.

Dejé de verlo a partir de su incursión en la política práctica y su encontronazo con Fujimori, pero lo sigo leyendo y mi admiración por su obra no ha disminuido aunque, a veces, no concuerde con sus comentarios políticos. 

Cuento estas cosas para que mis lectores vean que escribo desde la imparcialidad, ahora que Mario visitará Santa Cruz, invitado por una fundación vinculada a un partido político. Las últimas invectivas del presidente Evo Morales y su vicepresidente contra el premio nobel de literatura 2010 me parecen no solo desafortunadas, sino típicas de unos políticos atrabiliarios que acaban por darles la razón a quienes los impugnan y critican. Pero esta vez, uno de ellos se ha pasado de la raya.

Todos sabemos que Mario viene acompañado de su esposa, Patricia. ¿A santo de qué, entonces, el presidente Evo Morales saca a relucir la historia privada de Mario con su primera esposa, doña Julia Urquidi, que, dicho sea de paso, no era su tía carnal, sino política (cuñada de su tío Lucho, casado con otra Urquidi)? Luego, el presidente Evo habla de traición y abandono, como si el divorcio fuera un pecado. ¿Qué sabe del matrimonio quien no está casado? En cuanto a las declaraciones del vicepresidente, ellas se descalifican solas. // Madrid, 17.01.2014