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miércoles, 15 de febrero de 2012

la aparición de la obra de Cordero historiando el teatro en Bolivia, nos da pie para un aporte sobre el teatro potosino. continuamos con la resena de la obra El Santo Cristo de Bronce.



Teatro en Potosí. II
Mauricio Aira

Correspondió a José Zarate (Pepe) la iniciativa y puesta en las ondas de Radio Potosí de las primeras radionovelas adaptadas de las crónicas potosinas como el Tapado de Rocha, Tarapaya, La Cueva del Diablo, el Justo Juez y especialmente El Cristo de Mondragón o el Santo Cristo de Bronce que trata el mismo tema. En verdad que personalmente nunca escuché un solo capítulo de ninguno de ellos salvo mi participación personal en la puesta en escena de Juan Huayparrimachi (el poeta indio) por el mismo Zárate, que habiendo pasado alguna temporada en Colombia y Venezuela aprendió el arte de dramatizar las leyendas y adaptarlas para la radiodifusión tan en boga aquellos decenios del 50, 60, 70 antes de la aparición en Bolivia de las primeras trasmisiones en blanco y negro de la televisión oficial impulsada por el Presidente Barrientos, que consideraba un atraso intolerable no contar con el medio, mientras que para el Dr. Paz, no era todavía tiempo de gastarse fortunas (se refería aa la economía nacional) en importar equipos con valor agregado que beneficiasen a otras economías.
He tratado de indagar quién conserva alguno de aquellos “libretos” escrito a pluma y candela por Pepe Zárate (sinónimo del sacerdote José Zárate contemporáneo del primero y que ocupó funciones de Prefecto, Alcalde, dirigente cívico y Vicario General por sus extraordinarias condiciones de sabiduría, carácter y responsabilidad, siendo mi profesor de literatura en el Colegio Franciscano)
En el primer texto de esta serie adelanté el extraordinario contenido de esa leyenda del Cristo de Bronce relacionada con una modestísima comarca próxima a la Villa Imperial conocida como Mondragón, ubérrimo microvalle escenario elegido por el autor anónimo de la leyenda que recogieron cronistas de la colonia y reprodujeron otros como Modera Terán Erquicia en la era republicana. Mondragón en el Norte de España vinculada a Bilbao y San Sebastián, es un modelo excepcional del cooperativismo mundial. “La meca. El lugar de visita o peregrinación si se quiere obligado de todos los lideres cooperativistas del mundo”, allí convergimos con nuestro proyecto de Cooperativismo Latinoamericano y pudimos beber de sus fuentes de inspiración admirables y de las que nos ocupamos en otro blog llamado “Cooperativismo Solidario”.
En Mondragón, Potosí se conserva una rústica capilla en cuyo fondo se conserva una cruz de madera que deja adivinar la silueta del Crucificado que ha dibujado con sangre la proyección de su cuerpo pendiente de la cruz. Cuando uno visita el sitio, el guía que nos acompaña saca a relucir toda la historia, a todas luces original y tan propia de la portentosa ciudad colonial, la Villa Imperial de Carlos V, tan poblada y próspera como la mayor en América del Sur, gracias a sus yacimientos de plata que extraída a raudales de sus fuentes algunas a flor de tierra, fueron el sustento de la economía ibérica que actualizó su valía pagando deudas retrasadas a sus poderosos vecinos como Alemania, Italia, Francia y aún le quedó bastante para hermosas sus ciudades, construir nuevos templos y palacios y potencia su Tesoro por cerca de tres siglos más.
La leyenda nace en un día de Corpus Christi, que el ordinario del clero convocó a celebrar con gran solemnidad. La clase alta española y otras familias emparentadas con lugareños ocupaban sitios de honor y privilegio ya dentro del templo, no existían los bancos de madera como empezaba a suceder en Europa, sino que en torno del atrio del Altar Mayor se parcelaban los espacios y las damas españolas tendían sobre el piso lujosas alfombrillas cada una diferente a la otra para singularizar su posesión. Criollos, mestizos e indígenas ocupaban el resto por orden de llegada. En algunas versiones de la misma leyenda la protagonista se llamó María Sauraura y en otras Magdalena Téllez acaudala chola, lujosamente presentable, joven y hermosa con sus largos cabellos de negro azabache no dudo en ingresar al gran templo y se adelantó tranquila hasta tender su pollerón en uno de los primeros sitios desplazamiento a la dueña de la reserva.
Poco antes de iniciarse la ceremonia del Corpus, ingresó Ana Sáenz de Barea dueña del mantón y se trabó una agria discusión que fue subiendo de tono hasta que intervino Don Juan Sáenz el caballeroso esposo de la dama, que en forma violenta y humillante para Magdalena la sacó a empellones del lugar sagrado. Impotente y fuera de sí pronunció el juramente de venganza. Esta humillación no quedará aquí “juro por el Cristo del Altar que me las pagará Don Juan y doña Ana y todos los cobardes que nada hicieron por defender mi honor, por evitarme esta humillación”
(Continuaremos con el texto III)