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lunes, 22 de febrero de 2010

Armando Alba y Gesta Bárbara

Sin duda el más notable potosino del último siglo Armando Alba quién fuera político, parlamentario, ministro y embajador en Madrid, reúne en sí tales cualidades y su extraño amor por la Casa de la Moneda que se ha convertido en algo inseparable a su trayectoria personal. Nacido con vocación por las letras empezó a escribir incluso poesía dedicada a su “María Luisa” inseparable de toda la vida. Jaime Alba formado ingeniero agrónomo se convirtió en gran impulsor de la quinua, así lo conocimos en Cochabamba, al mando de un equipo de técnicos auspiciados por una entidad del gobierno de EEUU para incentivar las plantaciones del producto, hoy ya famoso en todas partes del mundo. Y conocimos también a Maria Luisa Alba militante de las jóvenes católicas y dueña de un buen humor permanente y bonachona, dispuesta a tenderle la mano al amigo.

Armando Alba según refieren sus biógrafos intuyó la función de la Casa de la Moneda que tomó a su cargo, convirtiéndola de un cuchitril en un verdadero museo de carácter continental. Dicho en una frase, la historia detrás de la hazaña de Alba es colosal. La casona construida con las característica de una fortaleza de piedra había servido de todo caballeriza, cuartel, refugio de malandrines, cárcel, guarnición policial, etc., y lo poco que había quedado después del saqueo virtual a que la casona fue sometida con la llegada de los Ejércitos Libertadores argentinos, que como se sabe se llevaron todas las monedas de plata y otras cosas al nacer de la República por los 1820 , sirvió de base para edificar un museo, allí estuvo don Armando, armado de fe y coraje, consiguió los recursos merced a su prestigio y entrega personal, hasta logró que Argentina dispusiera de asesores especializados en dos materias, levantamientos de museos y restauración, pues merced al apoyo de las religiosas del Colegio Santa Rosa y de patricios potosinos se hizo de valiosas obras de arte, como las pinturas de Melchor Pérez de Holguín que recuperó de los hermanos Michel – Chacón según refiere Valentín Abecia cuando nos cuenta sobre los sitios donde se reunían los pioneros de Gesta Bárbara fundada en 1918. El primer sitio conocido donde tertuliaban los poetas, escritores y artistas está marcado con el número 101 de la calle Millares. Fue allí donde se editó La Revista que recogía todas las inquietudes de aquellos potosinos ilustres que daban vuelo a su pensamiento y se paseaban por el mundo entero en viajes imaginarios, haciendo vivir de ilusión y ensoñación a los privilegiados lectores de las letras impresas por Gamaliel Churata verdadero obrero de las letras, pero también Jefe de Redacción y autor él mismo de imborrables páginas.

Cuánta dedicación, capacidad, recursos y verdadera pasión puso Armando Alba en convertir a la Casa de la Moneda en lo que es hoy en día, un referente histórico de la Colonia, del tesoro del Cerro Rico, de las monedas legales que servían para negociar dentro y fuera del Reino de España, lo más notable es que antes de la Guerra del Chaco (1932 al 1935) los miembros de Gesta Bárbara incluido Armando se reunían en plena casona, desprovista de las comodidades de la vida moderna y soportando los rigores del invierno y otras estaciones en aquella fortaleza a donde no llegaban los rayos del sol. Cuántas historias, anécdotas, pasajes literarios, trozos de poemas se habrán desgranado en sus salas (hoy el Museo tiene 33 ambientes con diversos objetos de exposición) la agrupación legendaria reunía también a pintores, músicos, y según referencias de su producción artísticas eran “rebeldes” tanto por la influencia social del padre Zampa y del propio pensamiento social de la época que empezaba a echar sombras sobre el legado que nos había dejado la dominación colonial, ello explica que naciera y muriera después de corta existencia un grupo menor de escritores avanzados llamado La Palestra compuesto por Justo P. Ayala, Juan Manuel de la Quintana, Alfredo Vera Álvarez, Lucio Lanza Solares.

Al concluir mi tiempo en el Colegio Don Bosco de Sucre regresé a Potosí y por la muerte de mi padre llegué a formar parte de la familia Torres – Miranda, cuyo titular don Augusto Torres había merecido toda confianza de Armando Alba y lo nombró Contador. Largas tertulias sostuve con don Augusto, quién relataba pasajes sorprendentes del Administrador de la Casa de la Moneda, así supe por ejemplo que parte del patrimonio de la familia Alba se sumó a las fuertes erogaciones que demandaba mantener en pie el Museo que por entonces apenas tenía ingresos. Jaime Alba muchos años después confirmó lo mismo. “Mi padre quedó pobre debido a la Casona”. Lo evidente es que gracias al potosino ilustre se instaló una imprenta editorial cuya producción le significó saneados ingresos para subsidiar los ítems que producían pérdidas.

Alba que murió recién en 1974 a los 73 años de edad fue sucedido por mi condiscípulo de colegio, colega periodista y escritor Wilson Mendieta Pacheco aposentado entonces en Tarija quién puso énfasis en el trabajo de la editorial habiendo reimpreso algunas de las obras de Gesta Bárbara y otras muchas, resultó en todo caso digno sucesor de don Armando orientando en el mismo objetivo de darle vigencia al Museo como faro luminoso de la potosinidad que con el grupo preclaro de Gesta Bárbara primera época enriqueció la intelectualidad boliviana.

domingo, 21 de febrero de 2010

Gamaliel Churata y José Antonio Zampa

Gestores de la Gran Gesta Bárbara

Un intelectual el primero conocido por nosotros, los que tratamos de seguir la historia, por su pseudónimo, discípulo y seguidor del segundo franciscano, pobre como el que más aunque enriquecido por la Gracia y la vida interior supo inspirar a un grupo llamaremos de “sus amigos” la flamante doctrina social de la Iglesia que empezó a conocerse por aquellos años fruto de la Rerum Novarum y que nomás llegado de Italia encarnó en su espíritu imbuido de piedad cristiana y fervoroso en el servicio de Dios.

Aun cuando no podemos a ciencia cierta precisar fechas y lugares, dando por seguro que toda la historia sucedió en la benemérita Villa Imperial de Caros V, se puede recrear que Gamaliel llamado en realidad Arturo Peralta llegado del Perú (zona del Lago Titicaca) dicen los historiadores, adolescente y bien conocido por los franciscanos, quizá alumno aventajado del catecismo y de la filosofía católica, a demandar cobijo en el Convento de San Francisco, situado apenas a tres cuadras de la plaza 10 de Noviembre.

El fraile Zampa imbuido de las lecciones sociales de León XIII que tan claramente instruyó a los pastores que se familiarizaran con la cuestión social, resultó de los primeros en predicar la doctrina social de la Iglesia. Los derechos de los trabajadores, el salario justo, la contratación, la obligación al patrón cristiano de atender todas las necesidades del obrero incluyendo su educación, a su familia, sus intereses culturales y recreativos. Uy! Era demasiado!

Las enseñanzas del franciscano no cayeron bien allá por el 1900 y hasta molestaron sin duda a los grandes patrones de la minería que se perfilaban con toda fuerza y que algo mas tarde constituirían el Superestado contra el que luchó Paz Estenssoro, juan Lechín, Siles Suazo, Walter Guevara y que fue el pilar de lucha para fundar el gran movimiento obrero que culminó en la Central Obrera Boliviana. Y llevó a los anales de la historia el mayor logro del último siglo. La Revolución Nacional. Lo cierto es que el fraile, más bien de baja estatura, muy desaliñado, que a pesar del crudo invierno potosino andaba siempre con sandalias casi descalzo. Lo cierto es que fue extrañado de Bolivia, posiblemente a Perú o Argentina de donde abría de regresar para continuar con su labor espiritual que fue fecunda ya que José Antonio Zampa fue el primero, mucho antes de la Reforma Agraria en fundar las famosas “Escuelas de Cristo” que se multiplicaron en forma asombrosa, creo que llegaron a ser más de 300 en el tiempo de nuestra permanencia en Potosí. 1949 hasta 19953.

Cobijado en el convento donde nada material llegó a faltarle Gamaliel logró poner en marcha con la ayuda efectiva del religioso una pequeña imprenta, oh! Prodigio! Que sería nada menos que la cuna matriz de ese priivilegiado grupo de intelectuales poetas y escritores que conocemos como Gesta Bárbara.

Porqué Churata y ningún otro. La explicación es simple. Ya en Perú, posiblemente en una casa religiosa el peruano aprendió las artes de la impresión y la composición. Podía armar matrices y estamparlas sobre el papel. Aquello para los inicios de los 1900 en Potosí, era nada menos que algo maravilloso.

Y para llenar los contenidos estaban los escribidores de la Gesta, pródigos, generosos, entusiastas y febriles para plasmar su sapiencia en el papel y divulgar sus pensamientos por doquier. Quién lo creyera el fraile fue el instrumento y Gamaliel el obrero que además fue escribiendo de a poco y nos ha dejado un magnífico y polifacético legado de su producción que se lee con deleite.

Este cronista, hijo de español aposentado en Potosí recuerda vagamente al franciscano que se llegaba hasta nuestra casa ubicada en calle Bustillo esquina Ingavi con un bolso bastante grande de lona. Venía donde don Bernardino el nombre de mi padre para depositar el dinero que recibía el franciscano de Italia, España y algún otro país interesado en coadyuvar con él en la fundación de las escuelas.

Los bancos no eran de fiar y hacían demasiadas preguntas, mejor tener el dinero en efectivo a la mano con el asturiano bien conocido, poseedor de una caja fuerte (de color verde) empotrada en el recibo de la Sala, perfectamente cubierta por la victrola sobre un mueble de madera. De paso mi padre le dejaba algún interés por el dinero depositado que a su vez, servía para atender otras necesidades de algunas casas religiosas como las Hijas de Santa Ana del colegio Santa Rosa.

Gamaliel tenía a su cargo la imprenta para producir los cuadernos y las cartillas de lectura de los miles de alumnos de las Escuelas de Cristo que el padre Zampa distribuía en forma personal e incansable viajando de sol a sol. El legado de Churata merece otra nota que con placer entregaremos a nuestros lectores.