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martes, 6 de julio de 2010

Las Clases Sociales

En estos tiempos "de cambio" en que parece imponerse "la igualdad" que nunca existió en tiempo de los Incas, será útil releer los viejos textos de Jesús Lara profundo estudioso de los orígenes, organización política, económico y social del Imperio de los Cuatro Suyus.
Lara comienza reconociendo que los cronistas no tenían idea de una clasificación de la sociedad que estaban conociendo, que el jejruita Juan de Velasco intentó en su "Historia del reino de Quito" elaborar una escala: los gremiales y los burócratas, la plebe o gente común, los artesanos, fundidores, plateros, lapidarios, tejedores, arquitectos, canteros. El tercer grupo lo formaban los orejones, preeminentes que gozaban de honores hereditarios y ejercían cargos de importancia y confianza, el cuarto lo formaban los kurakakuna (curacas) que gobernaban los territorios conquistados. el último grupo era de los descendientes de los soberanos, de la casta solar.
El estudioso formado en la escuela marxista no admite como totalmente posible la clasificación del jesuita, más bien remarca que los agricultores eran también artesanos, aunque termina por reconocer que existieron al menos tres grupos sociales: la dominante que formaba la nobleza, la dominada que era el pueblo, la tercera también dominada pero diferente de la segunda.
La dominante integrada por la nobleza real, llamada inka, la de privilegio llamada tambien inka y la kuraka, que descubre como nobleza adoptiva. La numerosa parentela del inka, la generación de los caciques que se incorporaron sin resistencia con sus provincias al imperio, a los que Manku Qhápaj Inka otorgó los mismos privilegios que a la nobleza incluso el denominarse inkas, la tercera dentro del primer grupo era los kurakunas o sea funcionarios dotados de dignidad y prerrogativas. En la nobleza los de la rama solar, legítima sin mezcla y la bastarda que descendía de los monarcas con sus concubinas de sangre no real.
A los fines de este artículo la sangre asumiría extraordinaria importancia. Los hijos del Inka y la köya no podían mezclar su sangre con la otros sectores. el Sapan Auki debía casarse con la mayor de sus hermanas de padre y madre y sus hermanos con mujeres descendientes de otros soberanos de línea pura. El propio Manku Khápaj Inka fundó la panaka una institución de linaje real. La nobleza era sucesible, la heredaban todos los hijos. Las hijas bastardas de los monarcas que excepcionalmente eran concedidas como esposas o concubinas a los próceres de la nobleza kuraka perdían su dignidad inka y no la podían ya trasmitir a sus hijos. La mujer noble de adopción, esposa o concubina de algún vasallo común esclarecido, perdía asímismo su nobleza y sus hijos pasaban a ser simples plebeyos.
Cada sector de la nobleza se hallaba perfectamente delimitado y no se mezclaba con los otros mediante uniones legítimas. Sin embargo presentaban un conjunto que coordinaba las tareas de administración. La clase dominante se asignaba muchos privilegios. Los dignatarios y los jefes militares recibían del inca un número determinado de servidores (una especie de esclavos sirvientes) que recibían tierra (un tupu) y ganado. "No pesaba sobre los amos el sostenimiento de la servidumbre".
Los hombres de la nobleza tenían derecho a la posesión de concubinas, algunos de ellos llegaron a tener hasta 50, cada una llegaba al Inka con su propia porción de tierra de modo de no afectar la economía del Señor.
La segunda clase estaba formada por la gran masa del pueblo. El vasallo era conocido como "jatunruna" hombre grande, cabal, juicioso. No le faltaba vivienda ni comida, lo mismo que su familia. El cultivo de la tierra estaba a su cargo. Tributaba y el jatunruna tenía derecho a dos mujeres, eso sí no podía acudir a las "yachaywasi" casa del saber, que pertenecían a los nobles solamente, que con saber "el oficio de sus padres, les bastase". En la guerra no podía dirigir grandes grupo, estaba destinado a ser "el héroe anónimo". Sin haber conocido el hambre ni la miseria el jatunruna servía mejor que ninguno a la causa del Inka, sin ser semejante ni al Inka ni al Kuraka.
En la historia moderna, cuando se nos hace créer tantos cuentos, no cuesta mucho identificar a los "jatunrunas" de la sociedad actual, ni a los "kurakas" que están tan cerca del trono del Inka-Evo con sus estrechos seguidores que sí gozan de todos los privilegios, las gangas y sortilegios sin ser "inkas" ni pertenecer a la nobleza. lo que sí es cierto que sus privilegios no durarán más tiempo del de su jefe o peor aún hasta cuando gozen de su confianza siempre cambiante.