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domingo, 14 de noviembre de 2010

uno de los grandes de la poesía boliviana ha dejado este mundo. Alfonso Gumucio en su blog particular le dedica un homenaje


A Julio de la Vega me unían por lo menos dos cosas: la poesía y el cine. Hubo una época a principios de los años 1970 en la que los quienes ejercíamos la crítica cinematográfica en Bolivia podíamos contarnos con los dedos de una sola mano. Julio era uno de los dedos, Luis Espinal otro. De ambos aprendí mucho, pues entonces con apenas tenía veinte años de edad, mientras que ellos tenían bastante kilometraje en el oficio.

En mi libro Provocaciones (publicado en 1977 y re-editado por Plural en 2006) incluí un capítulo dedicado a Julio, que titulé “Poesía con caudal de río” porque esa es la impresión que su poesía a borbotones produce en mí. “Su poesía es una poesía revuelta, sus poemas son extensos poemas-río salpicados de versos-sorpresa, ágiles y modernos”, escribí entonces.

De las cosas que me dijo, hay una que caracteriza a casi todos los escritores bolivianos:

“La única frustración que yo he conocido en mi trabajo de escritor se relaciona con esta imposibilidad de dedicar todo el tiempo de mi vida a escribir. La poesía que he escrito, las novelas que esbozo, las piezas de teatro que tengo en esquema... me parece que no he escrito casi nada de lo que puedo escribir y ésa es mi gran frustración. La literatura es de todas maneras una profesión, al menos por el tiempo que le dedico, y me molesta tener que robarle tiempo para ocuparme de otros menesteres que me permiten vivir.”