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miércoles, 15 de agosto de 2012

Claudio Ferrufino que estuvo algunos días en Bolivia participlando del VII Encuentro de Escritores, ha reaccionado por morbosas críticas al evento y sus participantes.

El domingo viene con algún vómito mal armado y peor redactado por parte de uno de los tantos gratuitos enemigos que escribir me ha traído. Pero, no siendo granjero, dejo de lado el asunto ya que de los puercos deben ocuparse los porqueros. Y peor terapista soy, para aliviar las miserias que treinta años de abuso continuo de droga han de haber causado en la escasa mente de los fracasados. Ahora vamos a lo serio.

Acaba de terminar el VII Encuentro Iberoamericano de Escritores, auspiciado por el Centro Patiño de Cochabamba. Las tres noches que duró fueron de lleno total, además de la proyección por medios audiovisuales y en directo hacia el mundo. Una encomiable iniciativa, de largos años ya, que trae a autores extranjeros consagrados y a escritores locales para hablar de un tema específico. Cómo se puede mejor interesar a los lectores que así. Dadas nuestras características de país no lector, drama que tiene antecedentes económicos que arrastran a mayores comentarios acerca de la triste historia de Bolivia, cualquier evento que intente revertir esas imágenes y/o realidad debe ser bienvenido, aunque no falta quien en extraño razonamiento quiere comparar los vuelos de American Airlines que trasladan a los invitados con los infames aviones de la dictadura argentina para deshacerse de opositores al régimen, en los “vuelos de la muerte”. Esos son los que no quieren el progreso, menos el intelectual, en favor de la oscuridad.

Luisa Valenzuela es una escritora argentina de notable currículo; Santiago Gamboa es Premio Rómulo Gallegos, entre otros; Marcos Giralt Torrente, Premio Herralde y Premio Nacional. No podemos ser tan bizcos para no reconocer la importancia de su presencia en nuestro país. ¿Por qué, siempre, la opinión destructiva, el insulto envidioso? ¿No sería más fácil que estos señores, los que destilan odio, se pongan a escribir novelas superiores a las de los nombrados, y a las del resto nacional, peor expuesto a sus diatribas? Ya que se evidencia el alto concepto que tienen de su propio análisis, talento e inventiva, los conminamos a parir crías que lo demuestren. 

Porque detrás de una jefatura y una máscara ideológica que esconde penurias que desconocemos, es fácil lanzar dardos remunerados que no ayudan en nada a avanzar la crítica y la autocrítica.

El día del cierre, sábado, trajo la agradable sorpresa de ver que la mayoría del público estaba conformado por mujeres jóvenes, estudiantes. Ello solo confirma la estadística de que quien más lee hoy son las mujeres, lo cual es esperanzador, siendo la mujer la fundadora de la sociedad. Quizá así, con la participación masiva de ellas en asuntos de cultura, podamos creer que existe un futuro.

Me recuerda a mi madre, en cuya memoria hice de mis apellidos uno compuesto, y no, como la perturbada mente altoperuana de un occiso cerebral sugiere, por diferenciarme de alguien.