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sábado, 28 de julio de 2012

Gunnar Zapata nos brinda un tierno homenaje tras de su propia vivencia de Jorge Ruiz el gran cineasta fallecido hace pocas semanas

Fue, cuando tenía 8 años, que escuché por primera vez el nombre de Jorge Ruiz Calvimonte. Era en una publicación internacional, donde se presentaba un listado de las diez mejores películas bolivianas. Encabezada la misma “Vuelve Sebastiana”, un cortometraje de 28 minutos. “Vuelve Sebastiana” da a conocer una realidad cotidiana, pero ignorada de la Bolivia de la década de los cincuenta. Relatada por el eximio Luis Ramiro Beltrán, es la obra prima de la cinematografía indígenista, establece en la memoria de sus espectadores, una historia exquisita de la Bolivia Uru Chipaya, con sensibilidad auténtica. La mente humana, lamentablemente, generaliza acontecimientos y personas. Si bien “Vuelve Sebastiana” es uno de los más conocidos aportes de Jorge Ruíz, entre sus obras destacan además: “La Vertiente” y “Mina Alaska”, “Los Urus”, “Donde Nació un Imperio”, “Los Ximul” (Primer Film sonoro de Guatemala), “Laredo de Bolivia”, “Los Yamparaes”, “Altiplano”, “Caminos de Piedra”, ”Los que Nunca Fueron” (Primer Film Sonoro del Ecuador), “Las Montañas No Cambian”. “La Vertiente” es el primer largometraje del cine sonoro boliviano y exhibe una historia de amor en medio de una problemática social: la mortalidad originada por el consumo de agua sórdida. Destaca en el relato de esta película, la interpretación de canciones de uno de sus protagonistas (Raúl Vaca Pereira), en concordancia con las películas musicales de aquella época.

Las grandes obras son la extensión de las grandes personalidades. Las obras de Jorge Ruiz son tan fabulosas como fabulosa fue su personalidad. La humildad es la principal característica de una verdadera grandeza y tal característica la encontré en su persona, cuando tuve la oportunidad de conocerlo. Por ello, celebré la iniciativa de Elena Ferrufino C., de sugerir a las autoridades universitarias la otorgación del título de “Doctor Honoris Causa” al maestro Ruiz. Celebré mucho más, cuando esta iniciativa tuvo lugar en noviembre de 2011, cuando reunidos nuevamente, Jorge Ruiz y Luis Ramiro Beltrán, fueron distinguidos con el más alto reconocimiento de la Universidad Mayor de San Simón. Las distinciones deben ser realizadas, en vida. Agradezco a Dios por las ocasiones donde pude intercambiar palabras y sentimientos en las breves conversaciones sostenidas con el maestro Ruiz. Agradezco a su familia por difundir sus obras y todo el apoyo otorgado a los nóveles productores nacionales. Quedará en mi memoria, las experiencias que compartí con el excelso cineasta y relataré, entusiasmado, a mi pequeña hija Rebeca, sobre el extraordinario suceso de conocer al más grande en la cinematografía indigenista en Bolivia y el mundo.