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viernes, 7 de diciembre de 2012

Pedro Shimose sin abandonar su sitial literario se adentra en la existencia de filósofos, abogados y políticos y construye un texto sabroso sobre la influencia de los primeros sobre los segundos en la historia universal y contemporánea


El periodista argentino Andrés Oppenheimer publicó un artículo titulado ¡Menos filósofos, más ingenieros! [El Nuevo Herald, Miami, USA / Los Tiempos, Cochabamba, 22.11.12]. Leído el artículo, no aparecen los filósofos por ningún lado. Lo que abundan son los abogados “que, en casi todos los casos, hablan bonito” como Romney y Obama, graduados en la universidad de Harvard. Lo que viene a decirnos Oppenheimer es que le sorprende que los líderes políticos de América no sean ingenieros como los chinos. Pone de ejemplo a Jiang Zemin, ingeniero eléctrico; Hu Jintao, ingeniero hidráulico, y el nuevo secretario general del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, ingeniero químico. Lo que se le olvida aclarar –a Oppenheimer– es que China no es América. En China Popular sobran las dudas filosóficas; allí reina el pensamiento único y el comité central del partido único es el filtro que selecciona, encumbra o destituye a sus dirigentes. Recuérdese el caso reciente de Bo Xilai, ingeniero de la corrupción.
En América, en cambio, los científicos trabajan en silencio (los gobiernos los dejan en paz), ausentes de la lucha por el poder y amparados por instituciones privadas que estimulan y financian sus investigaciones. A ninguno de ellos se le ha ocurrido hacer carrera hacia la Casa Blanca, el Congreso o algún municipio de Silicon Valley. ¿Cuántos premios nobel de ciencias acapara EEUU cada año? ¿Cuántos genios de la informática, la electrónica, la biología, la química y la física son norteamericanos? Con todas sus deficiencias, la práctica política en Occidente suele estar en manos de abogados porque el conocimiento, interpretación y aplicación de las leyes son fundamentales. Lo importante es que esos abogados (políticos y jueces) sean honestos.
Algo importará la filosofía en el ejercicio de la política si Platón fue maestro de Dionisio I de Siracusa y Aristóteles, de Alejandro Magno. Epicteto influyó en Marco Aurelio; San Agustín, en Carlomagno; Santo Tomás de Aquino, en Carlos V; Descartes, en Cristina de Suecia; Rousseau, en Bolívar; Hobbes y Locke, en Jefferson; Stuart Mill, en Hamilton; Hegel en Bismarck; Marx y Nietzsche, en Lenin y Mussolini; Jaspers, en Adenauer; Karl Popper, en Margaret Thatcher, etc. No se trata de que nuestros políticos sean filósofos,  pero algo de filosofía deberían saber para no confundir pragmatismo con oportunismo, utilitarismo con rapiña y socialismo con indigenismo. // Madrid, 07.12.2012.