Conocí a Juan León Cornejo (La Paz, 12.07.1942 – Cochabamba, 16.04.2015) en La Paz, un año antes de que el semanario católico Presencia se convirtiera en diario, el 1 de enero de 1960. Cuando empecé a trabajar allí, Juan había dejado de ser corrector de pruebas para convertirse en reportero especializado en asuntos políticos. Sus crónicas parlamentarias y palaciegas eran incisivas y originales. Juan sabía sacarle punta a la noticia corriente.
Presencia fue una auténtica escuela de periodismo. Pobre de recursos, la Redacción parecía un aula donde los reporteros –casi adolescentes– aprendíamos las artes del oficio. El tecleo de las máquinas de escribir, los folios recortados, con tachaduras y pegados con engrudo, el olor a tabaco, a silpancho y sándwiches de chola, y la vocinglería de los redactores (entre bromas, consultas, intercambio de información y discusiones) nutren mis recuerdos de viejo periodista jubilado. Tuvimos la suerte de tener maestros de gran talla intelectual y moral: Huáscar Cajías, Juan Quirós, Carlos Andrade, Alfonso Prudencio Claure (Paulovich), Alberto Bailey Gutiérrez, Jaime Humérez y Horacio Alcázar. Presencia nació del entusiasmo de un grupo de católicos laicos. El capital de la empresa éramos nosotros.
Y allí estaba Juan, firme en sus convicciones. Era, ciertamente, otra época, otro periodismo y otra forma de concebir la profesión, casi un apostolado. Nuestro sueldo era miserable y, a veces, cobrábamos con retraso de hasta dos meses. Vivíamos de fiado y a salto de mata. Sobrevivimos porque éramos hijos de unos padres que alentaban nuestra vocación y apuntalaban con unos pesitos nuestra existencia precaria. Mal vestidos, los ricos y los políticos poderosos nos trataban como a unos ‘muertos de hambre’. En ese contexto debería ser recordado Juan León.
Dejamos de vernos a partir de 1968, porque, antes de que me echaran formalmente, me fui de Presencia por mi propio pie, sin despedirme. Mi disidencia con la dirección se hizo patente en muchos aspectos y lo hecho, hecho está. Yo y mi familia lo pagamos caro. Luego vendrían las persecuciones y el exilio de toda una generación de bolivianos (1971-1982). A partir de ahí, quien mejor ha descrito la trayectoria vital y profesional de Juan León ha sido mi colega Humberto Vacaflor, en una insuperable necrológica llena de afecto y agudas reflexiones éticas (Mi hermano Juan / EL DEBER, 19.04.15]. Descanse en paz. // Madrid, 01.05.2015.
la poesía es una bella expresión de la literatura. los versos poseén la magia de trasmitir pensamientos, sensaciones, emociones diversas, son fáciles de aprender y el lenguaje del espíritu cultivado
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sábado, 2 de mayo de 2015
viernes, 17 de abril de 2015
Marcelo Ostria en forma poética se refiere a la ínclitaTarija, a las que cantaron tantos bades, es que siendo dilecta tierra de Bolivia, se destaca por su carácter, su entrega su belleza y su alegría.
Para algunos Tarija es un lugar ignoto, perdido y encerrado en un valle, casi en “un jardín sonriente”; para los nacidos allí, es una madre que, aun a lo lejos, nos cobija y nos llama. Para otros es fuego en el corazón que enciende recuerdos, fábulas e imágenes irrepetibles.
Tarija es el verso–cancionero, de Octavio Campero, verbo encendido de Alfaro, y candor de Robertito Echazú.
Tarija es la que lleva en sus faldas un río que, en las crecidas, baja “más macho que nunca” y que, pechando todo, se aleja dejando plegarias y esperanzas fallidas.
¿Tarija es solo una ciudad? Sí, es una ciudad; la que crece con amenazas e inquietudes.
Es, también, un sentimiento compartido que mueve hasta las lágrimas por gozo y por pena, por presencia y por ausencias.
Tarija siempre se reinventa. Nacen tradiciones y sepulta recuerdos. Es actual y sempiterna. Es tránsito a la felicidad y pozo de añoranzas, y aun de tristezas.
Tarija es única. Es tozudamente humana y siempre abriga quimeras. En su regazo, los que nos antecedieron, saben de su eternidad y de su espíritu que no se encierra en las calles ni en las avenidas. Saben, también, que Tarija es amor sin límites y pasión desmedida.
¡Cómo, a lo lejos, se extraña la tierra tarijeña
lunes, 23 de marzo de 2015
resulta que Juan Lechín Jr., es ya un dramaturgo famoso, con obras de teatro que se están exhibiendo nada menos que en Nueva York. menuda sorpresa para las letras bolivianas que no se esperaban tan buena noticia.
*A
propósito del estreno de la obra “Hierba mala nunca muere”
* Estreno Mundial
en Nueva York de la obra de Juan Claudio Lechin.
*Por
Hugo Horacio del granado
La
literatura latinoamericana está llena de dictadores, sin embargo pocos son
capaces de causar el miedo cerval que causa al espectador el que ha salido de
la pluma de Juan Claudio Lechín y es que, hasta el día de hoy, no he logrado
superar el inicial espanto que me ha causado ver al mismísimo demonio en el
Este de Manhattan. La última vez que vi a un dictador caminar sobre las tablas
del Repertorio Español, el pequeño teatro hispano ubicado a minutos del famoso
Times Square de Nueva York, fue al Chivo, el famoso Rafael Leonidas Trujillo
interpretado por Ricardo Barber en la adaptación de la famosa novela de Mario
Vargas Llosa de Verónica Triana y Jorge Alí Triana. Estaba vestido de uniforme
de gala y aunque a ratos causaba temor, éste no se comparaba con el miedo
pánico que me causó el personaje central de la última obra de Lechín: Fidel
Castro Ruz.
La trama de la obra
de teatro gira en torno a un anciano Fidel Castro preocupado por la
organización de su funeral, la construcción de su mausoleo y a dos desatinados
enfermeros: Patín (Sandor Juan) y Nataly (Idalmis García) que intentan sin
éxito mandar al otro mundo a don Fidel, sin violencia eso sí, para evitar que
termine convertido en un héroe. Por lo menos uno de ellos trabaja para el
dictador suplente, Raúl el hermano, que quiere sumar el fratricidio a su ya
extensa hoja de vida (o de muerte en este caso). Alfonso Rey interpreta al jefe
del G2, el temido cuerpo de inteligencia cubano, y también a Hugo Chávez, quien
en medio de un ataque de incontinencia verbal le recuerda a Fidel, el sátrapa
jubilado, que "los Persas inventaron al demonio, al diablo".
La trama
está llena de momentos hilarantes porque el Fidel de Lechín es, en apariencia,
un personaje esperpéntico de un racismo rampante y anacrónico y sus supuestos
verdugos son tan incompetentes como el burócrata socialista promedio. El
alborozo llega a la cúspide cuando Hugo Chávez es manipulado y convencido,
en un momento revelador, por un Fidel súbitamente lúcido, de entregar 100 mil
barriles de petróleo para salvar a la pobrísima economía cubana.
Y es que
el Fidel Castro interpretado por el magnífico Germán Jaramillo es, en
apariencia, un inerme viejecito enfundado en un buzo rojo marca Adidas,
postrado en la cama de un hospital geriátrico, un vetusto dictador que ha
perdido la noción del tiempo y del espacio, una especie de decano de los
dictadores dado a dar discursos disparatados durante sus desvaríos. En fin un
anciano que merece la compasión y solidaridad más que el miedo o el desprecio
del espectador. Sin embargo, el anciano, en apariencia inofensivo, es en verdad
el mismísimo demonio. Un demonio lucidísimo capaz de sacar 100 barriles a una
persona a la que minutos antes apenas recordaba y es que la aparente inocuidad,
oculta la monstruosidad del personaje. Este es un recurso usado frecuentemente
en las películas de terror y en fábulas populares, la del niño inocente que en
verdad es un feroz asesino o el típico "lobo disfrazado de oveja".
Este recurso es enormemente efectivo en la obra porque nadie espera la
crueldad, ferocidad y cinismo que saldrán del anciano personaje que padece de
demencia senil y de alucinaciones.
Tengo la impresión, conociendo la obra de
Juan Claudio Lechín, de que este recurso no es de ninguna manera un simple
recurso dramático para espantar a la audiencia, sino que está ahí para recordar
al espectador más avispado de uno de los aspectos más escalofriantes de todo
gobierno con tintes fascistas, el "torvo arte" que el gobierno del
Fidel Castro de carne y hueso viene practicando hace más de 50 años para
engañar a su país y a la opinión pública mundial. Un ejemplo del uso del “torvo
arte” en la vida real es el uso por el régimen de los pioneritos, los inocentes
niñitos cubanos de pañoleta azul o roja, para custodiar las urnas y que de
verdad son la fachada del fraude masivo que son las elecciones cubanas.
Lechín
en su libro Las Máscaras del Fascismo (Lima, 2011) nos recuerda esto y de cómo
el régimen de Castro "monopoliza la ferocidad del poder y la exhibe como
rondas infantiles". En la obra de teatro de Lechín la feroz tiranía
fascista está solapada, oculta, detrás de la chochera de un anciano vestido a
la moda del Chapulín Colorado. Lechín emplea magistralmente este recurso para
darle textura a una obra muy rica que, además de ser enormemente divertida y
ser una reflexión sobre la inmutabilidad de los canallas, está más emparentada
con el teatro épico en el que las ideas son más importantes que la acción
dramática, que con las comedias de Moliere o las del genial Jean Francois
Regnard a las que hace frecuentes guiños.
El diseño de
escenografía y vestuario estuvieron a cargo de Leni Méndez y Fernando Then, la
dirección a cargo de la brillante directora cubana Leyma López. La obra se
presentara hasta fines de junio en la ciudad de Nueva York.
·Hugo Horacio del
granado es guionista y reside en Washington dc
jueves, 12 de marzo de 2015
vivió gran parte de su vida en Bolivia habiendo nacido en Jujuy. se aposentó en Tupiza donde sin duda le harán un monumento. Liber Forti deja profunda huella
Previus: antes de ofrecerles un segmento del texto que publicó Los Tiempos en su suplemento LECTURAS, unas palabras dirigidas a su viuda Gissela Derpic, digna dama potosina que ocupó las más altas situaciones en su ciudad natal, como su padre, amigo y camarada Jorge Derpic uno de los fundadores de la Democracia Cristiana junto con Remo Dí Natale, Benjamín Miguel, Luis Ossio, José Bustamante Pérez, Eduardo Bracamonte, José Zanabria, Antonio Ivanovic. Gissela estuvo junto a Liber hasta el último minuto. Aquejado por una dolorosa enfermedad, escribió un testamento muy severo, prohibiendo se le hiciera homenaje alguno y que sus seres queridos hicieran desaparecer pronto sus restos mortales y que éstos no sean expuestos a exposición alguna.
Dicen que el padre quizo bautizarle como Liber (Libre) como él mismo había asumido el apellito Forti. la combinación resultó en Libre y Fuerte que podría resumir el destino del más grande anarquista de la hisoria de Bolivia. Convirtió sus convicciones en una forma de vida y su vocación lo llevó a perseguir dos objetivos ser sindicalista y ser comunicador por medio del teatro.
En cuanto a sindicalista muy pronto se apego a la Central Obrera, a la Federación de Mineros y se convirtió en su irrenplazable Secretario de Cultura, así asesoró a Juan Lechín durante muchos años y en los tiempos de persecusión resultó víctima de los regímenes de facto y de otros que veían en Liber Forti al "cerebro gris del lechinismo" no en vano el gran líder lo necesitaba en todas las ocasiones, especialmente en las más difíciles y peligrosas. Gran parte de los aciertos de Lechín se debieron a Forti, y si la Federación de Mineros y la misma COB mantuvieron su independencia política de los partidos y de los gobierno le tienen que agradecer a Liber Forti que con inteligencia, sagacidad y mucha paciencia, libró a Lechín, a Reyes, a López de la tentación de convertirse en satélites de los gobiernos de turno.
Y su tarea artística se plasmó en fundar y sostener durante décadas la escuela de teatro más famosa y renombrada de Bolivia "Nuevos Horizontes" que funcionó y aún pervive en su querida ciudad de Tupiza. Resultará interesante conocer la historia de esta escuela, que en realidad se convirtió en una especie de "universidad de la vida" por sus aulas pasaron grandes personalidades del Teatro, la Radio, la Televisión y el Cine. De los que conocimos nombramos algunos, otros serán sumados a esta lista por los partícipes de aquella escuela. Lalo Lafaye, Mario Soria, Jorge Lora, Hugo Sánchez Careaga, Humberto Vacaflor, Mario Castro, Julio César Bellot, allí aprendieron a impostar la voz, a dominar flexiones y su volúmen y matices, los formó oradores, locutores de calidad, actores dramáticos y comediantes.
De las obras que más impactaron recuerdo al menos dos "Esopo el Esclavo" y "El Inspector" de gran impacto y de las que esperamos se conserven los registros magnetofónicos. Se cuentan por decenas las obras del infatigable director y su fiel compañera Ana Santiago que le supo acompañar en los tiempos de cárceles y exilios.
Anarquista y ateo, lejos estuve de comulgar con Liber Forti, humanista y cristiano que marcan mi horizonte. Discrepamos por ejemplo en el manejo de los símbolos de la Cruz y el Escudo en la Segunda Conferencia Nacional de Locutores de Radio que nos tocó organizar en Siglo XX, aunque nuestros primeros contactos sucedieron en el Segundo Congreso de Estudiantes de Secundaria en Vallegrande (1956 si estoy acertado) y en otras circunstancias de colisión entre las radioemisoras La Voz del Minero y Pio XII de Siglo XX.
Esta introducción sirva como un apunte para el gran libro sobre el gran Liber Forti será presentado por su viudad Gissela Derpic desde Tarija donde cerró sus ojos.
Dicen que el padre quizo bautizarle como Liber (Libre) como él mismo había asumido el apellito Forti. la combinación resultó en Libre y Fuerte que podría resumir el destino del más grande anarquista de la hisoria de Bolivia. Convirtió sus convicciones en una forma de vida y su vocación lo llevó a perseguir dos objetivos ser sindicalista y ser comunicador por medio del teatro.
En cuanto a sindicalista muy pronto se apego a la Central Obrera, a la Federación de Mineros y se convirtió en su irrenplazable Secretario de Cultura, así asesoró a Juan Lechín durante muchos años y en los tiempos de persecusión resultó víctima de los regímenes de facto y de otros que veían en Liber Forti al "cerebro gris del lechinismo" no en vano el gran líder lo necesitaba en todas las ocasiones, especialmente en las más difíciles y peligrosas. Gran parte de los aciertos de Lechín se debieron a Forti, y si la Federación de Mineros y la misma COB mantuvieron su independencia política de los partidos y de los gobierno le tienen que agradecer a Liber Forti que con inteligencia, sagacidad y mucha paciencia, libró a Lechín, a Reyes, a López de la tentación de convertirse en satélites de los gobiernos de turno.
Y su tarea artística se plasmó en fundar y sostener durante décadas la escuela de teatro más famosa y renombrada de Bolivia "Nuevos Horizontes" que funcionó y aún pervive en su querida ciudad de Tupiza. Resultará interesante conocer la historia de esta escuela, que en realidad se convirtió en una especie de "universidad de la vida" por sus aulas pasaron grandes personalidades del Teatro, la Radio, la Televisión y el Cine. De los que conocimos nombramos algunos, otros serán sumados a esta lista por los partícipes de aquella escuela. Lalo Lafaye, Mario Soria, Jorge Lora, Hugo Sánchez Careaga, Humberto Vacaflor, Mario Castro, Julio César Bellot, allí aprendieron a impostar la voz, a dominar flexiones y su volúmen y matices, los formó oradores, locutores de calidad, actores dramáticos y comediantes.
De las obras que más impactaron recuerdo al menos dos "Esopo el Esclavo" y "El Inspector" de gran impacto y de las que esperamos se conserven los registros magnetofónicos. Se cuentan por decenas las obras del infatigable director y su fiel compañera Ana Santiago que le supo acompañar en los tiempos de cárceles y exilios.
Anarquista y ateo, lejos estuve de comulgar con Liber Forti, humanista y cristiano que marcan mi horizonte. Discrepamos por ejemplo en el manejo de los símbolos de la Cruz y el Escudo en la Segunda Conferencia Nacional de Locutores de Radio que nos tocó organizar en Siglo XX, aunque nuestros primeros contactos sucedieron en el Segundo Congreso de Estudiantes de Secundaria en Vallegrande (1956 si estoy acertado) y en otras circunstancias de colisión entre las radioemisoras La Voz del Minero y Pio XII de Siglo XX.
Esta introducción sirva como un apunte para el gran libro sobre el gran Liber Forti será presentado por su viudad Gissela Derpic desde Tarija donde cerró sus ojos.
lunes, 3 de noviembre de 2014
será conocido ahora y siempre con el título que alguno le puso con acierto "SOLDADO TERAN" es que el poeta Antonio Teran Cabero recibió un homenaje organizado por el Centro Cultural Patiñoque estuvo tan concurrido sea por la popularidad del poeta,sea por las personalidades del mundo cultural de la llajta que Gastón Cornejo retrata en éste invalorable texto
El Centro Cultural y Pedagógico Simón I Patiño organizó un sentido homenaje a uno de los mejores poetas de Bolivia, el sin par “Soldado” Antonio Terán Cabero. Soldado del tiempo, gendarme de la honestidad, cruzado de la bonhomía del coexistir fraternal con sus cófrades bardos, miliciano de la amistad y de la alegría. Conscripto del arte de trabajar la palabra con elocuencia y musicalidad; sobre todo, de encontrar el significado profundo de los vocablos, de modelar en su interioridad la belleza percibida y como caballero andante, rocín y lanza en ristre, soñar y salir por los campos de la dignidad humana.
Las personalidades invitadas a disecar su poesía fueron relevantes en calidad literaria: la dulce poeta Vilma Tapia y el crítico enjundioso Gabriel Chávez Casazola; rematando la sesión cultural con un hermoso film de entrevistas y elogios de personalidades como Adolfo Cáceres Romero, Augusto Jordán, Benjamín Chávez, Gonzalo Lema, Ramón Rocha, Rosario Quiroga; una película de lujo con música adecuada, imágenes artísticas y contenido selecto.
Finalmente, su discurso académico; epílogo en el que expuso algunos aspectos sutiles de la poesía, el arte en el tiempo actual, los movimientos sociales, el respeto antropológico a las culturas. En los párrafos sobresalientes logró un mandoble sobre ciertos personajes que sin haber sido nombrados los identificamos ciertamente, esos sepulcros blanqueados de nuestra realidad contemporánea en función pública, los fundamentalistas propugnadores del racismo invertido, los negadores de la historia fundamental de la Patria.
El Soldado habló de la profusión actual de escritos técnicos que aun no frutecen en “una sólida concepción de nuestro destino como país”. Poesía – dijo – “au dessus de la mele”, por encima de la maleza, se escribe tanta o más poesía que nunca; sería cuestión de atisbar donde es preciso, porque en nuestras sociedades inhóspitas los poetas se han convertido en animales de trasmano, cuando no de extramuros y aún de catacumbas. / Nos ha tocado vivir en un mundo desencantado, un siglo XX con el estigma de haber sido el más sangriento de la historia; la experiencia intelectual mundial fue abundosa de pesimismo e incertidumbre, de gestas revolucionarias y escenarios en la búsqueda de un mundo mejor, y hoy estamos ante la amenaza de la extinción de la vida planetaria y el recrudecimiento de las antiguas miserias…./ En la historia de los pueblos sometidos al coloniaje, y a las depredaciones de los poderes imperiales y las oligarquías internas, los procesos de liberación y con ellos el enriquecimiento de las culturas, han surgido una y otra vez de los templos calcinados y de los fracasos constantes. Tal en Bolivia, recientemente, cuando emerge otra posibilidad de resolver injusticias centenarias, y ahora, con un acentuado matiz que incluye a los pueblos indígenas y los torna principales protagonistas de la refundación del país; y sin embargo, pronto aparece la cizaña de ciertos fundamentalismos étnicos que se manifiestan en un racismo al revés, en la negación de una interculturalidad proclamada en posiciones racistas, coludidos por intereses antinacionales. Quienes asesoran la memoria histórica y silencian por ignorancia o por malicia política, saben que el pensamiento indigenista no es reciente y que desde antiguo meritorios intelectuales progresistas expusieron vidas y haciendas en defensa de los grupos sociales subalternizados” ¡Esa fue la voz de un Soldado valiente! ¡Aplausos!
Las personalidades invitadas a disecar su poesía fueron relevantes en calidad literaria: la dulce poeta Vilma Tapia y el crítico enjundioso Gabriel Chávez Casazola; rematando la sesión cultural con un hermoso film de entrevistas y elogios de personalidades como Adolfo Cáceres Romero, Augusto Jordán, Benjamín Chávez, Gonzalo Lema, Ramón Rocha, Rosario Quiroga; una película de lujo con música adecuada, imágenes artísticas y contenido selecto.
Finalmente, su discurso académico; epílogo en el que expuso algunos aspectos sutiles de la poesía, el arte en el tiempo actual, los movimientos sociales, el respeto antropológico a las culturas. En los párrafos sobresalientes logró un mandoble sobre ciertos personajes que sin haber sido nombrados los identificamos ciertamente, esos sepulcros blanqueados de nuestra realidad contemporánea en función pública, los fundamentalistas propugnadores del racismo invertido, los negadores de la historia fundamental de la Patria.
El Soldado habló de la profusión actual de escritos técnicos que aun no frutecen en “una sólida concepción de nuestro destino como país”. Poesía – dijo – “au dessus de la mele”, por encima de la maleza, se escribe tanta o más poesía que nunca; sería cuestión de atisbar donde es preciso, porque en nuestras sociedades inhóspitas los poetas se han convertido en animales de trasmano, cuando no de extramuros y aún de catacumbas. / Nos ha tocado vivir en un mundo desencantado, un siglo XX con el estigma de haber sido el más sangriento de la historia; la experiencia intelectual mundial fue abundosa de pesimismo e incertidumbre, de gestas revolucionarias y escenarios en la búsqueda de un mundo mejor, y hoy estamos ante la amenaza de la extinción de la vida planetaria y el recrudecimiento de las antiguas miserias…./ En la historia de los pueblos sometidos al coloniaje, y a las depredaciones de los poderes imperiales y las oligarquías internas, los procesos de liberación y con ellos el enriquecimiento de las culturas, han surgido una y otra vez de los templos calcinados y de los fracasos constantes. Tal en Bolivia, recientemente, cuando emerge otra posibilidad de resolver injusticias centenarias, y ahora, con un acentuado matiz que incluye a los pueblos indígenas y los torna principales protagonistas de la refundación del país; y sin embargo, pronto aparece la cizaña de ciertos fundamentalismos étnicos que se manifiestan en un racismo al revés, en la negación de una interculturalidad proclamada en posiciones racistas, coludidos por intereses antinacionales. Quienes asesoran la memoria histórica y silencian por ignorancia o por malicia política, saben que el pensamiento indigenista no es reciente y que desde antiguo meritorios intelectuales progresistas expusieron vidas y haciendas en defensa de los grupos sociales subalternizados” ¡Esa fue la voz de un Soldado valiente! ¡Aplausos!
viernes, 31 de octubre de 2014
a los homenajes de Carlos Mesa, Manfredo Kempff, sigue Pedro Shimose que retrae la figura patriarcal y señera de Jorge Siles Salinas "varón de claro pensamiento" múltiple autor en filosofía, historia y literatura.
Espíritu de finura, pensador católico, académico de la lengua y de la historia, catedrático y rector de universidades, Jorge Siles Salinas (La Paz, 28.10.1926 – idem, 22.10.2014) era un boliviano universal, ecuménico; razonaba su fe sin disociarla de la historia y de la política. De porte distinguido, su elegancia y decoro nada tenían que ver con el lujo y el dinero. Nunca hizo gala de su linaje social: hijo y hermano de presidentes de la República. Sobrio en el vivir, su vida interior se transparentaba en sus actos y en su prosa, fiel a la escritura clara y pulcra de los escritores bolivianos Miguel de los Santos Taborga, Mariano Baptista Caserta, Gabriel René Moreno, Juan Francisco Bedregal, Óscar Cerruto, Juan B. Coimbra, Augusto Céspedes, Porfirio Díaz Machicao, Enrique Kempff Mercado, Augusto Guzmán y Juan Quirós, entre otros.
Frecuentador de los clásicos, solía recordar que “este mundo es el camino / para el otro, que es morada / sin pesar; / mas cumple tener buen tino / para andar esta jornada / sin errar”. Por eso cuidaba el gesto, pulía el estilo, cultivaba el silencio y entregaba lo mejor de sí en artículos periodísticos, ensayos, libros, cursos universitarios y conferencias. Su obra ensayística viene a ser, al fin y al cabo, una sola disertación en defensa de su fe y de la Nación boliviana, sin distinciones regionalistas, partidistas o étnicas.
Este varón de claro pensamiento puso su vida, su fe y su inteligencia al servicio de sus convicciones. Ahí quedan sus ensayos filosóficos, históricos y literarios. Por eso considero oportuno señalar que en casi todos los diccionarios biográficos e historias de las letras bolivianas, su nombre brilla por su ausencia. Llegó la hora, pues, de reivindicar su legado por encima de los fuegos encendidos de la pasión política, los devaneos sectarios y las discrepancias ideológicas.
Escribió libros señeros como La aventura y el orden (1956), Ante la Historia. Conciencia histórica y revolución (1969), La literatura boliviana de la Guerra del Chaco (1969), Historia de la independencia de Bolivia (1992), Política y espíritu (5 tomos, 2003-2009, 1.616 págs.), libro que exige la publicación de un sexto volumen con el acopio de sus ensayos y discursos de no hace mucho, y la luminosa Guía de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz (1974), llena de querencia a la tierra natal. “Partimos cuando nacemos, / andamos mientras vivimos / y llegamos / al tiempo que fenecemos; / así que, cuando morimos, / descansamos”. Amén. //
Frecuentador de los clásicos, solía recordar que “este mundo es el camino / para el otro, que es morada / sin pesar; / mas cumple tener buen tino / para andar esta jornada / sin errar”. Por eso cuidaba el gesto, pulía el estilo, cultivaba el silencio y entregaba lo mejor de sí en artículos periodísticos, ensayos, libros, cursos universitarios y conferencias. Su obra ensayística viene a ser, al fin y al cabo, una sola disertación en defensa de su fe y de la Nación boliviana, sin distinciones regionalistas, partidistas o étnicas.
Este varón de claro pensamiento puso su vida, su fe y su inteligencia al servicio de sus convicciones. Ahí quedan sus ensayos filosóficos, históricos y literarios. Por eso considero oportuno señalar que en casi todos los diccionarios biográficos e historias de las letras bolivianas, su nombre brilla por su ausencia. Llegó la hora, pues, de reivindicar su legado por encima de los fuegos encendidos de la pasión política, los devaneos sectarios y las discrepancias ideológicas.
Escribió libros señeros como La aventura y el orden (1956), Ante la Historia. Conciencia histórica y revolución (1969), La literatura boliviana de la Guerra del Chaco (1969), Historia de la independencia de Bolivia (1992), Política y espíritu (5 tomos, 2003-2009, 1.616 págs.), libro que exige la publicación de un sexto volumen con el acopio de sus ensayos y discursos de no hace mucho, y la luminosa Guía de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz (1974), llena de querencia a la tierra natal. “Partimos cuando nacemos, / andamos mientras vivimos / y llegamos / al tiempo que fenecemos; / así que, cuando morimos, / descansamos”. Amén. //
lunes, 27 de octubre de 2014
horas más. jueves 30 abrirá La Feria del Libro, en su octava versión para ofrecer el producto acabado de varias decenas de noveles escritores y repasar la obra de los antiguos textos. Gastón Cornejo menciona a más de 50 de sus autores preferidos, libros que están siempre al alcance de la mano. sea oportuno estimular el trabajo creativo desde la Unión de Poetas y Escritores que tomados de la mano de los lectores repasarán la página central de sus creaciones.
En la ilustre Unión de Poetas y Escritores de nuestra ciudad vamos preparando la participación de los miembros a la VIII Feria anual que partirá el 30 de octubre. Será un buen evento; nada semejante al de otros departamentos donde el gasto dispendioso es remarcable. El objetivo prioritario será el de priorizar la cosecha de los productos intelectuales, ofrecer un mensaje educativo y promocionar el gesto sublime de leer, escribir y amar a los libros que enriquecen siempre el alma de los seres humanos en pos de trascendencia.
Imagino a Tomás Mann, a Rudyard Kiplin, a Dostoievski cada uno con su obra excelsa, inquietos, debatiendo en voz alta, apasionadamente, con un vaso de coñac que baila entre las manos, vertiendo la espirituosa en descontrol de ademanes exaltados, brillo en los ojos, rictus de espasmo en el rostro, mientras los pares atentos escuchan asintiendo con gesto reflexivo. O a los nuestros, Mario Lara López, Washington Vargas, Gonzalo Vásquez, Juan Capriles, Jaime Zabaleta, en semejante actitud, con una tutuma de chicha entre palmas recitando poemas, de amor o de fiera rebeldía.
Yo retorno a mis libros amados, a mis autores preferidos, los tomo delicadamente, los acaricio y beso en la cubierta que ilustra el bello contenido. Quiero enumerarlos en orden alfabético pero mi natural desorden impide tal propósito, lo hago conforme lleguen a la mente: Stephan Zweig con sus hermosas biografías; Romand Rolland con el supremo Juan Cristóbal; César Vallejo, Pablo Neruda, Gabriela Mistral con sus sublimes poesías, nuestra Alondra “Soledad” y el panteísta Man Césped; por supuesto Franz Tamayo, Oscar Serruto, Martha Urquidi, Gaby Vallejo, Oscar Arze, Volodia Teitelboim; pide su turno Emil Ludwig, Rubén Darío, Edgar A. Poe, Traven, Par Langervist, Edgar Oblitas Fernández, Juliana Pozzi, Leonardo Boff, Saramago, Mariano Baptista, Uslar Pietri, Blanco Fombona, Vicente Lecuna, Albert Schweitzer, Goethe, Omar Kayam, Guillermo Frankovic, Alfonzo Gumucio Dagrón, Adolfo Cáceres, Taylor Cadwell, Alberto Crespo Rodas, Fernando Diez de Medina, Roberto Querejazo Calvo, Yolanda Bedregal, Augusto y Humberto Guzmán, Giovani Papinni, Sartre, Cervantes, Jorge Suárez, María Quiroga Vargas, Martín Cárdenas…cuántas bellas almas. No quiero olvidar a ninguno, pero me tomo un descanso para seguir con mis querencias. Distraído leo en el adorno de la infancia entre los mapas y las fotografías de los seres queridos “El libro bueno es el mejor amigo en buenos y en malos tiempos”; me lo regaló un viejo amigo judío vidriero que escapó de Auschwitz o de Treblinka, se alojó en la calle de Santa Teresa esperando que muera el Reichtag y con mi humilde colaboración logró recuperar a su familia de los hornos crematorios. En otro rincón visualizo la Orden de Excomunión Papal: “Para quien retire un libro y no lo devuelva a mi tesoro cultural”. Washington Vargas me mira en la pintura de Ruperto Salvatierra y cierra un ojo con malicia recordándome a Borges, mi padre desde el corazón me ordena leer a José Ingenieros, a Almafuerte, al Erial de Vigil. Acaricio con ternura el Cristo roto que siempre me acompaña, palpo sus extremidades amputadas, y quedo, escucho su palabra para lograr la paz ante los informativos hitlerianos que alborotan mi conciencia. ¡Que se abra el cortejo de la Feria y desfilen los libros cual madonas enamoradas! y… ¡Dios salve a nuestros pensadores de todos los Autos de Fe, de las purgas medievales que urden los Torquemadas. Inquisidores modernos!
Imagino a Tomás Mann, a Rudyard Kiplin, a Dostoievski cada uno con su obra excelsa, inquietos, debatiendo en voz alta, apasionadamente, con un vaso de coñac que baila entre las manos, vertiendo la espirituosa en descontrol de ademanes exaltados, brillo en los ojos, rictus de espasmo en el rostro, mientras los pares atentos escuchan asintiendo con gesto reflexivo. O a los nuestros, Mario Lara López, Washington Vargas, Gonzalo Vásquez, Juan Capriles, Jaime Zabaleta, en semejante actitud, con una tutuma de chicha entre palmas recitando poemas, de amor o de fiera rebeldía.
Yo retorno a mis libros amados, a mis autores preferidos, los tomo delicadamente, los acaricio y beso en la cubierta que ilustra el bello contenido. Quiero enumerarlos en orden alfabético pero mi natural desorden impide tal propósito, lo hago conforme lleguen a la mente: Stephan Zweig con sus hermosas biografías; Romand Rolland con el supremo Juan Cristóbal; César Vallejo, Pablo Neruda, Gabriela Mistral con sus sublimes poesías, nuestra Alondra “Soledad” y el panteísta Man Césped; por supuesto Franz Tamayo, Oscar Serruto, Martha Urquidi, Gaby Vallejo, Oscar Arze, Volodia Teitelboim; pide su turno Emil Ludwig, Rubén Darío, Edgar A. Poe, Traven, Par Langervist, Edgar Oblitas Fernández, Juliana Pozzi, Leonardo Boff, Saramago, Mariano Baptista, Uslar Pietri, Blanco Fombona, Vicente Lecuna, Albert Schweitzer, Goethe, Omar Kayam, Guillermo Frankovic, Alfonzo Gumucio Dagrón, Adolfo Cáceres, Taylor Cadwell, Alberto Crespo Rodas, Fernando Diez de Medina, Roberto Querejazo Calvo, Yolanda Bedregal, Augusto y Humberto Guzmán, Giovani Papinni, Sartre, Cervantes, Jorge Suárez, María Quiroga Vargas, Martín Cárdenas…cuántas bellas almas. No quiero olvidar a ninguno, pero me tomo un descanso para seguir con mis querencias. Distraído leo en el adorno de la infancia entre los mapas y las fotografías de los seres queridos “El libro bueno es el mejor amigo en buenos y en malos tiempos”; me lo regaló un viejo amigo judío vidriero que escapó de Auschwitz o de Treblinka, se alojó en la calle de Santa Teresa esperando que muera el Reichtag y con mi humilde colaboración logró recuperar a su familia de los hornos crematorios. En otro rincón visualizo la Orden de Excomunión Papal: “Para quien retire un libro y no lo devuelva a mi tesoro cultural”. Washington Vargas me mira en la pintura de Ruperto Salvatierra y cierra un ojo con malicia recordándome a Borges, mi padre desde el corazón me ordena leer a José Ingenieros, a Almafuerte, al Erial de Vigil. Acaricio con ternura el Cristo roto que siempre me acompaña, palpo sus extremidades amputadas, y quedo, escucho su palabra para lograr la paz ante los informativos hitlerianos que alborotan mi conciencia. ¡Que se abra el cortejo de la Feria y desfilen los libros cual madonas enamoradas! y… ¡Dios salve a nuestros pensadores de todos los Autos de Fe, de las purgas medievales que urden los Torquemadas. Inquisidores modernos!
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