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miércoles, 3 de noviembre de 2010

solamente los bastardos e hijos de éstos se sintieron ofendidos cuando Mario Vargas Llosa recibió el Nobel de Literatura

La política y los premios Nobel

Marcelo Ostria Trigo

Un diplomático boliviano que estuvo destinado en Suecia hace diez años me dijo que estaba sorprendido de que Mario Vargas Llosa hubiera sido premiado este año con el Nobel de Literatura, porque entonces se decía que nunca el escritor peruano, pese a sus merecimientos, lo ganaría por sus ideas conservadoras. No lo dijo con desencanto; por el contrario, piensa que el galardón al escritor peruano es merecido y constituye un orgullo para las letras hispanoamericanas.

Esto hace recordar que, durante muchos años, el escritor argentino Jorge Luis Borges, “uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX”, fue candidato al Premio Nobel de Literatura y que, invariablemente, no le fue adjudicado, dizque por su alineamiento político con la ‘derecha’. Por eso, cuando se le otorgó el premio a Vargas Llosa, en unos pocos círculos de ‘intelectuales’ muy ‘progres’, hubo silencio o berrinche. Y cuando hay berrinche, hasta al más pintado le sale el disparate, especialmente cuando es resultado de sectarismos que también salen a relucir como expresión de una poco disimulada envidia.

Hay habilidad en ciertos círculos de extremistas para presentar a quienes tienen diferencias políticas con ellos como facinerosos que no merecen reconocimiento alguno –aunque sus obras sean admirables–, porque subyace en esas obras el pensamiento político que no comparten. Sectarismo y del más conspicuo.

Un escritor, que debe ser de los buenos a juzgar por los premios que le concedieron, pero cuya obra no fue difundida aquí, se lanza a la crítica del Premio Nobel de Literatura concedido a Mario Vargas Llosa. Por supuesto que no es de esperar que todos estén de acuerdo con la obra de un premiado con el Nobel. Siempre hubo –y habrá– criterios dispares. Pero cuando el argumento para oponerse trasciende el campo en el que se concede el premio –en este caso el literario– es señal de obcecación e inclusive, en este caso, de patrioterismo.

Veamos: el escritor argentino Federico Andahazi considera que el Nobel de Literatura concedido a Mario Vargas Llosa es “una injusticia muy grande más allá de los méritos literarios de su obra”. Y añade: “Si uno, por ejemplo, compara lo que pasó con (Jorge Luis) Borges, a quien no le dieron el Premio Nobel por cierta actitud de derecha, la conclusión es que es injusto que ahora se lo den a Vargas Llosa”. Poco hay que decir sobre esta torpeza.

El Premio Nobel de Literatura se concede a un escritor por su obra, no por sus ideas políticas que, en cualquier caso, son respetables y no cuentan en la calificación imparcial de los méritos literarios. “Aquello que no se le perdonó a Borges –dice Andahazi–, se le perdonó en demasía a Vargas”, que “es una persona que mantiene posiciones mucho más extremas que el propio Borges y uno se pregunta por qué se le disculpa eso”. Pero, ¿acaso la Academia Sueca debe ‘perdonar’ las ideas de un candidato? ¿Es sensato decir que, si no le ‘perdonaron’ a Borges ser conservador o de ‘derecha’, no se debía ‘perdonar’ a Vargas Llosa? O sea que una injusticia debe mover a otra. Todo esto, pese a que Andahazi hace una mención que equivale al reconocimiento de los merecimientos de Vargas Llosa: “Más allá de sus méritos literarios”, dice.

Objetar un premio con semejantes argumentos es prueba de sectarismo. Borges mereció el Nobel e injustamente no se lo dieron. Mario Vargas Llosa lo merecía, y ahora, con justicia, se lo concedieron.

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