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sábado, 9 de junio de 2012

Susana Seleme presentó el trabajo de Manfredo Kempff referido a los menonitas que Paz Estenssoro trajo a Bolivia para trabajar la tierra


Manfredo Kempff es un referente total cuando se habla de "intelectualidad cruceña", oriundo de Santa Cruz no solamente desarrolla su trabajo en el ámbito literario con narrativa sino que desempeña funciones diplomáticas y de análisis político hace muchos años. 
En esta ocasión, con motivo de la presentación de su último libro "Los Violadores del sueño" acercamos al lector a su obra, la misma que se presentará mañana a las 20:00 en el salón República del Perú. El acto de presentación tendrá comentarios a cargo de la periodista y politóloga Susana Seleme y viene de la mano de la Editorial La Hoguera.

¿Cuál es su método de trabajo durante estos años para seguir creando libros?
Lo cierto es que hasta estos últimos años jamás tuve disciplina para escribir.
Si se presentaba una idea la desarrollaba pero cuando tenía tiempo y no se interponía en mi actividad diaria. En suma, no he tenido un método de trabajo y creo, como ha dicho Vargas Llosa, que lo más importante en un escritor es tener buenas posaderas para sentarse a escribir. Escribir significa no sólo inspiración sino esfuerzo físico.

Cuando comenzó, ¿que pensó del mercado nacional? ¿Es facil publicar en Bolivia? ¿Qué le aconseja a los noveles escritores?
El mercado nacional es muy pequeño pero desde que apareció “Luna de Locos” hasta ahora, ha crecido bastante.
La prueba está en las ferias internacionales del libro, en especial la cruceña que está superando todo lo esperado.
Ahora bien, publicar en Bolivia, como en cualquier país no es fácil porque todo depende de la calidad del autor. Si un autor escribe bien no necesita peregrinar buscando quién le publique su obra: la casa editorial lo llamará. Eso es lo que deben de tener en cuenta los nóveles escritores.

¿Que fue lo primero que desató su curiosidad? (dado que es un caso real) ¿Desde que arista tomó la historia?
Me impactó, como a todos, el tema de las violaciones.
Que se produjeran violaciones en un medio como el de los menonitas no es una cuestión menor, como para dejarla pasar. Que una sociedad dedicada al trabajo y a Dios aparezca avasallada diabólicamente por su propia gente fue algo inconcebible.
Algo que inicialmente los menonitas atribuían a acciones del diablo, porque jamás pensaron que los actos delincuenciales pudieran tener su germen dentro de sus mismas colonias, como fue el caso, principalmente de Manitoba.

¿Cuáles son las conclusiones que usted tiene con respecto en este caso?
En mi caso, me interesé por la historia de los menonitas, sus costumbres, su trabajo, su religión.
Mis conclusiones son  que un grupo de no más de diez sujetos, aprovechándose de una sustancia que adormecía, abusó y puso en zozobra y pánico a miles de personas. 
Esos elementos no merecían otra sanción que la cárcel.

¿Cuáles son los últimos libros que ha leído?
El último libro que leí fue “El Imperio soy yo” de Javier Moro. Hoy estoy embarcado en la frondosa trilogía “Millenium”, de Stieg Larsson, y la verdad es que la estoy pasando muy bien.

¿Qué es lo mejor y lo peor de la Feria del Libro?
Lo mejor de la Feria es la buena cantidad de gente ávida por conocer títulos y autores. El acceso que tiene la niñez y la juventud es otra de las cosas buenas del festival de lectura. Muchas cosas habrá que mejorar pero, entre tanto, preocupémonos de que nuestra Feria continúe creciendo año a año y ya veremos los frutos.

viernes, 1 de junio de 2012

la figura de Oscar Cerruto poeta paceño de gran fuste cobra actualidad y grandeza en palabras de Pedro Shimose "que cantó como a nadie y al mar ausente. Imperdible!

Dentro de unos días celebraremos el centenario del nacimiento de Óscar Cerruto (La Paz, 13/06/1912 – ídem, 10/04/1981), periodista precoz a los 14 años y novelista a los 23. Fue, sin embargo, poeta y cuentista tardío. Publicó Cifra de las rosas y siete cantares (1957) a los 45 años, y Cerco de penumbras (1958), libro de cuentos fantásticos, a los 46. Poeta, narrador, ensayista, periodista, diplomático y gramático, publicó, en vida, ocho libros. El resto se ha ido publicando con carácter póstumo. Su obra es parva y sus libros, breves. Ironizaba, con frecuencia, acerca de la grafomanía de sus contemporáneos.
Hijo del boliviano Andrés Cerruto Durand y de la inglesa Lelia Maggie Collier, el poeta de Patria de sal cautiva (1958) y Estrella segregada (1975) cantó como nadie a la ciudad de La Paz, su “heredad entrañable”, y al mar ausente. Como Borges, inició su andadura literaria al publicar poemas sociales que después repudiaría hasta el extremo de prohibir su publicación, voluntad quebrantada por editores distraídos. En 1932 se opuso a la guerra contra el Paraguay, emigró a Chile y en Santiago publicó su única novela Aluvión de fuego (1935), de la cual se sentía insatisfecho por lo que intentó rescribirla. Acabó por desistir porque, según me dijo, “a medida que la iba corrigiendo, iba escribiendo otra novela”.
Abandonó sus estudios de Derecho para dedicarse al periodismo. Colaboró en los diarios La Razón (el verdadero), El Diario, Última Hora y Presencia, y en las revistas Kollasuyo, Signo y Difusión. Dirigió El Diario (1954-1957) y Última Hora (1959-1963). Residió en Chile, Argentina y Uruguay. Visitó Francia, Alemania, España, Argelia y Estados Unidos. Dejó grabada su voz en la Biblioteca del Congreso de Washington. En 1957 –en plena efervescencia descolonizadora– Cerruto viajó a Argelia, invitado por su amigo Albert Camus, meses antes de que a este le concedieran el premio Nobel. En Argelia entrevistó a Ben Bella (que acaba de morir) y escribió un extraño poema titulado La muerte.
Los clásicos latinos, ingleses y españoles nutrieron su obra lírica. Se relacionó con figuras estelares de la literatura contemporánea (Neruda le rindió homenaje en el Congreso Internacional de Escritores realizado en Santiago de Chile, en 1969). Escribió ensayos sobre poesía y poetas, verdaderas joyas del género que ojalá se reúnan en libro. La prosa de Cerruto –en sus cuentos y ensayos– es impecable, diáfana, pulcra, caracterizada por una gran economía de estilo, comparable a la de Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Borges, Rulfo, Julio Torri y José Clemente, ensayista argentino injustamente olvidado.
Cerruto fue, además de inspirado poeta, un gran artista, “il miglior fabbro” de la poesía boliviana. A él le debe mi generación las mejores y más hondas lecciones de ética y estética. Admiraba a Lope, Quevedo, Antonio Machado, Santayana, Valéry, Char, Ungaretti, Wallace Stevens, Borges y Tamayo. Hablaba poco, pero cuando hablaba había que escucharle. Murió sumido en un pesimismo total, desengañado y triste, doliéndole Bolivia. Sus últimos versos lo dicen todo: “(Pobre país / o pobre yo, todos nosotros, / en este inmenso / país tan nuestro / y tan ajeno)… La Muerte cerró la puerta / y estoy de nuevo solo”. // Madrid, 01/06/2012.