Aire para una tarde de sol
En este mundo pocos respiran.
El aire es con frecuencia violeta
demasiado mezquino y enrarecido.
No lo queremos compartir.
Peleamos por parcelas de aire.
Matamos por parcelas de miedo.
Hacemos como que vivimos,
pero en realidad estamos vegetando a medias
habitantes desorientados
en una construcción de engaños.
Respirar no es solamente inhalar
y expulsar el aire,
sino renovarlo y purificarlo para todos
es un servicio público.
Es lo que hacía a Luis Ramiro especial:
su manera de respirar era ética.
En otras palabras: inspiraba cuando respiraba.
Era un hombre generoso
y comprometido y apasionado y alegre
y contagioso.
Luis Ramiro era peligrosamente contagioso
por su integridad y su aire quijotesco.
Este país sería mejor
con unos cuantos contagiados.
Quiso enseñarnos a ser buenos.
No solamente buenos investigadores,
buenos científicos sociales,
buenos comunicadores y buenos ciudadanos,
sobre todo buenas personas,
dotadas de nobleza, solidaridad y compromiso.
Al Moro mayor del Moro menor,
su discípulo y su amigo.
Moro Gumucio